Momento en que el menor activa el arma traumática, modificada para ser de mayor letalidad, contra Miguel Uribe Turbay. Foto: Archivo
El joven de 15 años, conocido como alias Tianz (quien ya fue sentenciado por su participación en el magnicidio del precandidato Miguel Uribe Turbay), entregó a la prensa un relato detallado sobre cómo fue reclutado y obligado a ejecutar el ataque.
En su testimonio, el adolescente asegura que la operación estuvo planificada y que recibió órdenes concretas de varios involucrados.
Según alias Tianz, trabajaba vendiendo drogas en bares del barrio El Muelle, en la localidad de Engativá, cuando alias el Caleño le habló de una “vuelta” para el sábado 7 de junio.
Desde ese momento, dice, empezó a sospechar: le pidieron presentarse “de forma formal” —algo inusual en encargos previos— y la mañana del crimen le ordenaron borrar todas las conversaciones del teléfono. Incluso le hicieron una videollamada y lo obligaron a compartir pantalla para comprobar que eliminaba los mensajes.
El menor relató que una mujer coordinó la moto que lo recogió y que, ya en el parque El Golfito, recibió otra videollamada de un hombre al que reconoció por sus gafas y tatuajes.
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En el vehículo, narró, le mostraron la foto de la víctima y la mujer sacó el arma de un bolso rosado. A pesar de intentar negarse, la intimidación fue contundente: presuntamente lo amenazaron con represalias contra su familia si no cumplía.
En la cadena de mando que describió alias Tianz, aparece alias el Costeño (identificado como Élder José Arteaga), quien habría dado las instrucciones finales: la orden fue que el ataque fuera letal “seis o siete tiros, mínimo cuatro”, y con disparos dirigidos “detrás del cuello”.
El joven aseguró además que le dijeron que contaban con apoyo de miembros de la fuerza pública y que los escoltas no intervendrían, una versión que las autoridades investigan de manera rigurosa.
El adolescente también declaró que tras el hecho intentó entregar al menos nombres y pruebas guardadas en su celular, pero que el teléfono nunca apareció: según su versión, el dispositivo “se perdió” y fue arrojado al río, lo que ha complicado la reconstrucción de comunicaciones y cadenas de mando.
Las autoridades judiciales ya han avanzado en procesos y detenciones relacionadas con el caso; la Fiscalía sigue recabando elementos para establecer responsabilidades penales de los presuntos cabecillas y comprobantes de la posible complicidad que menciona el testigo.
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