Cuando las buenas noticias las producen las instituciones que no sólo hacen parte de la historia sino del futuro de nuestro departamento y nuestra nación, como es el caso de nuestra bicentenaria Universidad de Antioquia, la palabra trasciende la celebración para instalarse en el campo del patrimonio común e inalienable de nuestros proyectos colectivos. En estas revelaciones de éxito se patentiza toda la grandeza de que somos capaces, como un antídoto a nuestros agobiantes y vergonzosos problemas de inequidad y barbarie.

Humberto Díez

Humberto Díez

La primera noticia reciente de nuestra Universidad de Antioquia es haber obtenido mediante resolución del C N A de diciembre del 2012, la reacreditación institucional de alta calidad. De las 52 instituciones de educación superior de Antioquia sólo 5 tienen esta acreditación y sólo a la Universidad de Antioquia se le renovó por 10 años, que es el mayor número de años posibles de acreditar. Que bueno que sea una universidad pública, es decir patrimonio de todos, puesto al servicio no sólo de la formación de profesionales idóneos, sino de la construcción de los valores y fundamentos de una sociedad en ebullición, la que lleve la insignia de la educación antioqueña. Y que bueno que sea la calidad, la primera carta de presentación de una institución de carácter oficial. Con esto no sólo se engrandece la educación, sino el ejercicio de lo público, tan denostado por los privatizadores que quieren hacer de todo, un negocio para la venta, hasta del alma de los pueblos.

Y ahora la inauguración en el Oriente del Departamento, del bloque 200 de la Universidad de Antioquia, que hace parte del proyecto de Ciudadela del Siglo XXI, como fruto de un proceso que ha tenido tres hitos muy importantes: En primer lugar, hace 17 años cuando se delineó el camino estratégico de la regionalización en Antioquia, como un itinerario que le ponía territorio al conocimiento y raíces a la formación, reivindicando aquello de que “sólo se puede ser universal desde la provincia” que es una manera de decir que el mundo se encara con ventaja, construyendo identidad y pertenencia. Luego la creación de la Seccional Oriente en el año 2000 y la Subsede de Sonsón en 2005 y otras 9 seccionales y sedes en las subregiones del departamento, como hechos de trascendencia para pasar de la palabrería de lo regional, a la creación
de las capacidades para la construcción social de las regiones. Y, finalmente, en el 2011, cuando la Universidad de Antioquia formaliza los aspectos estratégicos, físicos y financieros para construir en el Oriente la ciudadela del siglo XXI con el aporte económico y el compromiso político del Gobierno departamental de la época, orientado por el entonces Gobernador de la gratuidad educativa y la inclusión tecnológica, Luis Alfredo Ramos Botero.

Más allá de estos hitos, es necesario dejar claro que los edificios educativos se deben erigir como símbolos de la dignificación de la educación, pero a diferencia de los otros edificios, su construcción no es sólo ni primordialmente de varillas y cemento, son los escenarios en los cuales habita y crece un modelo educativo departamental que incluye la educación básica y media. Ni el cemento bellamente dispuesto educa, ni la universidad es un sabio autista y pedante.

La Universidad de Antioquia, nos da una lección: Crecer es importante, pero con calidad. Crecer sin calidad es aumentar la inequidad. Edificios si, claro, los mejores espacios para la educación, pero como fruto de la maduración de un proceso de crecimiento del proyecto formativo departamental. Mucho más ahora, que a diferencia del siglo XX, las universidades no son instituciones sólo para impartir conocimientos sino para generarlos e instalarlos en la sociedad. Lo dijo ilustrativamente Víctor Hugo en su biografía a Shakespeare, a comienzos del siglo XIX: Hoy, sobre las ruinas de las grandes edificaciones de la orgullosa Grecia antigua sólo crece la maleza, pero la escuela griega permanece a través de los siglos; “los edificios pasan pero las escuelas de conocimiento quedan”. Eso es lo que queda de Grecia y es lo que perdurará de nuestra querida, y cada vez más nuestra, Universidad de Antioquia, una escuela para hacer patria.

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Redacción Minuto30

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