El 2013 será un año decisivo para gobierno y oposición, pues, tanto una denominación, como otra, pasarán por definiciones que determinarán si permanecen o desaparecen del escenario político nacional.

Por: Manuel Malaver

Por: Manuel Malaver

Y al hablar de “permanecer” o “desaparecer”, por supuesto, que nos referimos a los liderazgos, ya que, como estructuras, siempre habrá un gobierno y una oposición en Venezuela.

Con relación al liderazgo del partido gubernamental, no hay dudas que comienza con una baja muy sensible, como es la del presidente Chávez, pues independientemente de que sobreviva al cáncer que lo aqueja, no lo hará en condiciones como para ejercer el mando fuerte que hasta poco tiempo detentó.

Queremos decir que, ni aún en el caso de que Chávez supere su estado de salud actual y pueda mantenerse al frente del país aunque de una manera mediatizada, lo hará con la eficacia necesaria como para mantener sus huestes bajo control.

Situación que se agravaría si Chávez cae víctima de su dolencia cancerosa, es sustituído por su heredero recién ungido el vicepresidente Maduro y es este quien debe contener los embates de un chavismo descontrolado y anarquizado.

A este respecto, habría que recordar que se trata de un movimiento político que nunca perdió su carácter aluvional, más cerca del tumulto que de la organización, del sentimiento que de la ideología y más propenso a obedecer a líderes fuertes, que a políticos de academia.

De ahí que, de girar los cambios en dirección a los intereses de Maduro, no sería para tenerlas fáciles, sino en un clima de inestabilidad y refriegas que harían difíciles, tanto su desempeño en el gobierno, como el ejercicio de su liderazgo.

Muchos fenómenos a cual más detestables pueden surgir en el marco de un “madurismo sin Chávez” y sin duda que el más intragable sería el de un golpe de Estado.

En cuanto al liderazgo opositor digamos que no las tiene más fáciles que el “madurismo sin Chávez”, pues después de la derrota de Henrique Capriles Radonski en las elecciones presidenciales del 7 de octubre pasado, podría decirse que se quedó “sin líder”.

Y eso después que Capriles hizo una excelente campaña electoral y pareció que, aun sin ganar, el entonces gobernador de Miranda se convertiría en el líder que tanto había buscado la oposición.

Sin embargo, el resultado electoral trajo dos sorpresas: 1) Capriles se apresuró a reconocer un triunfo de Chávez que para un grueso sector opositor era un gigantesco fraude.-2) La mayoría de los votos sacados por Capriles (unos 6 millones y medio) no venían del partido con el cual se identificaba, “Primero Justicia”, sino al conjunto de partidos organizados en la unidad opositora, MUD, que le darían los votos al candidato que postulara esta organización.

O sea, no eran votos de Capriles sino de la unidad, y a ese respecto, otros líderes podían optar a ser los jefes de la oposición con las mismas credenciales que Capriles.

Ello nos lleva a la conclusión de que para el 2013, la oposición no tendrá un solo líder, sino a muchos reclamando la jefatura, y por ende, la candidatura presidencial.

Una primera demostración de este ambiente de choque, la tendríamos en el caso de que se decretara la “ausencia absoluta” de Chávez, Maduro asumiera la presidencia y se convocaran elecciones pasados los siguientes 30 días.

En ese caso, es evidente que ya no sería automático que Capriles sea el candidato opositor, pues habrían otros reclamando tal posición.

Ya, por ejemplo, no se duda que entre ellos estaría Antonio Ledezma, el presidente de “Alianza Un Bravo Pueblo”, Alcalde Metropolitano de Caracas y candidato en las primarias de febrero pasado, quien viene asomando que aspiraría si la oposición se plantea enfrentar a Maduro en unas nuevas elecciones presidenciales.

A María Corina Machado también se le atribuye tal aspiración, pues no hay duda que objetó a Capriles cuando reconoció a Chávez como ganador en las presidenciales de octubre, así como el mensaje con el que pretendió ganarse la mayoría del electorado.

Diego Arria, Manuel Rosales, también son nombres que se proponen a la hora de pensar en un líder opositor distinto a Capriles para enfrentar a Maduro y que creen tienen los mismos derechos que el excandidato presidencial para representar a los venezolanos demócratas en tan sonado contienda.

En otras palabras, que si problemas tiene el chavismo para mantener su unidad y cohesión después de la “ausencia absoluta” de Chávez, también las tiene la oposición a raíz de la derrota de Capriles en las presidenciales del 7 octubre.

Y ambos movimientos políticos tendrán que hacer esfuerzos descomunales para que el 2013 no les resulte tan amargos y lejos de contener las semillas de su reconstrucción, contenga las de su destrucción.

No será fácil en un caso y otro, pues manejarse en las aguas tormentosas de la política venezolana sin liderazgos fuertes, reconocidos y legitimados, es una apuesta difícil de sostener y que casi siempre conduce a la derrota.

De todas formas habrá valores y principios que tanto el “madurismo sin Chávez”, como una oposición sin un líder, estarían interesados en mantener, como es un mínimo de unidad y reconciliación que evite por todos los medios que las grandes decisiones y definiciones políticas que nos esperan, tenga otras soluciones que no sean las democráticas.

En este sentido nada más nada más importante que propiciar el diálogo y sacar la pipa de la paz, antes que el hacha de la guerra.

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Redacción Minuto30

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