El Centro Cultural de España en México abrió hoy la exposición “Pacífico. La aventura de la Mar del Sur”, que hace un recorrido por aquellas expediciones que “arrojaron luz” sobre ese océano y que desembocaron en la conexión de América, Asia y Europa.
La muestra, comisariada por Antonio Fernández Torres y Antonio Sánchez de Mora, comprende desde el avistamiento del Pacífico por el español Vasco Núñez de Balboa en 1513 hasta principios del siglo XVII, cuando se consolidó la ruta comercial.
El corazón del recorrido está compuesto por facsímiles que aportan una visión general de las expediciones; documentos como testimonios de supervivientes, instrucciones remitidas a los capitanes de las embarcaciones, el testamento de Juan Sebastián Elcano o una carta escrita por Hernán Cortés son algunos ejemplos.
Asimismo, se presenta una maqueta de la nao Victoria de Fernando de Magallanes, instrumentos de navegación de la época, vídeos explicativos y mapas que trazaban la geografía de los lugares alcanzados, como China o la Isla de Formosa (actualmente Taiwán).
La exposición tiene como principal meta divulgar la documentación que conservan instituciones estatales como el Archivo General de Indias de Sevilla -principal fuente de la muestra-, y así despertar la curiosidad del público, afirmó Fernández en un recorrido con la prensa.
Los largos viajes que se emprendían a través del Pacífico, explicó el comisario, estaban cargados de una gran “incertidumbre” y la mayoría de ellos terminaban en fracaso.
El índice de mortalidad era muy elevado por causas meteorológicas o enfermedades como el escorbuto, la llamada “peste de las naos”, debido al deterioro de los alimentos frescos.
Además, los barcos sufrían tragedias como hundimientos, asaltos de los piratas o pérdidas de rumbo.
Muchas embarcaciones eran arrastrados por las corrientes y acababan perdidas en alguna isla; en ocasiones, los supervivientes eran encontrados años después por otras expediciones, pero de muchos no se volvía a tener noticias.
Otra de las grandes dificultades que enfrentaron los navegantes era que “lo importante no sólo era ir, sino volver”, algo que resultó imposible hasta que se halló una ruta en el norte que burlaba los vientos y corrientes que entorpecían el regreso.
Tras recoger estos aspectos, la muestra continúa su recorrido con la última fase de estas expediciones, cuando se consolidaron las rutas marítimas a través del Pacífico y comenzó la actividad del Galeón de Manila.
Se forjó un trasvase comercial en que la plata traída de lo que hoy es Latinoamérica se intercambiaba con los objetos de lujo provenientes de Manila (Filipinas), como las sedas y las porcelanas, indicó Fernández.
En esos momentos, en los que Acapulco y Manila se perfilaban como los dos enclaves estratégicos, el viaje de ida a Asia comprendía unos tres meses, mientras que el de vuelta podía durar hasta ocho.
La exposición, abierta hasta mediados de julio de manera simultánea a otra localizada en Valencia (España), ya ha pasado por destinos como Manila, Quito y Bogotá. EFE
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