Las sociedades del antiguo Oriente: Mesopotamia, Egipto, China e India, consideraban que sus instituciones tenían un origen divino porque habían sido instituidas por dioses. A este elemento se agregaba la importancia de la agricultura como principal actividad económica, lo que permitió que sobre ésta se establecieran mecanismos de control político. De esta forma se llegó a identificar la religión con el orden social, económico y político.
El poder político era propietario de todas las grandes obras, así como del agua y la tierra. El control lo ejercía para lograr el cultivo, ceder las tierras para su explotación o asignarla a los templos y a sus funcionarios. Existió también una propiedad débil. En general, el Estado centralizado organizaba toda la sociedad.
A partir de estos elementos, se organizó la jerarquía social. La estratificación social se basaba en la relación de la persona o grupo con el Estado y se componía fundamentalmente de dos estratos: El gobernante y el gobernado. El poder era la posibilidad de determinar la conducta de los demás sin considerar su voluntad, éste se ejercía por medios violentos o utilizando las instituciones. La realeza estaba sustentada por ideas religiosas, las cuales explicaban que el soberano era descendiente o elegido de los dioses. Este aspecto era el que determinaba la unidad de la religión, la política y la economía.
Las sociedades del antiguo Oriente eran sociedades cerradas, en las cuales el individuo no podía ejercer ningún tipo de poder. Esta es la diferencia con el proceso que se llevó a cabo en Grecia, lugar donde nació lo que hoy entendemos por política, en la medida en que apareció el concepto de individuo. A partir del siglo VII a. de C., en este territorio se desarrollaron una serie de instituciones que tuvieron una amplia repercusión en la conformación de la política del mundo occidental. Las más sobresalientes, sin entrar en detalle, fueron: las ciudades-estado, la monarquía militar, El régimen aristocrático, la timocracia, Los legisladores, los tiranos, la democracia.
La diferencia con nuestro presente no es ninguna. Seguimos viviendo casi igual, a las sociedades del antiguo Oriente. Volver al pasado, es comprender nuestro presente.
2021-05-06
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