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La relación entre el expresidente de la diplomacia colombiana, Álvaro Leyva, y el jefe de Estado, Gustavo Petro, ha alcanzado un punto crítico con la difusión de una carta cargada de denuncias personales y cuestionamientos sobre el rumbo del Gobierno. En el documento, recibido oficialmente por Presidencia, el excanciller asegura que el mandatario presenta problemas de adicción a sustancias psicoactivas, señalamiento que enciende alarmas sobre la estabilidad del máximo dirigente del país.
Leyva no se guardó nada. En una misiva extensa y detallada, afirma que fue en París, durante una visita oficial, donde logró confirmar lo que ya venía sospechando: el presidente Petro tendría una adicción a las drogas, situación que, según él, explicaría varios episodios erráticos, desapariciones y decisiones desconectadas de la realidad política del país.
“Fue en París donde pude confirmar que usted tenía el problema de la drogadicción”, escribió Leyva, en uno de los apartes más contundentes del documento. Asegura que, durante aquella visita, el mandatario desapareció durante dos días, sin dejar rastro, en un hecho que consideró embarazoso tanto a nivel personal como institucional. “Nunca se repuso usted. Es así. Su recuperación lastimosamente no ha tenido lugar”, remató el excanciller.
Más allá de los señalamientos personales, Leyva va tejiendo una narrativa en la que se muestra como un aliado decepcionado. Dice haber llegado al gobierno con esperanzas renovadas, impulsado por los ideales proclamados por Petro en campaña, pero haber encontrado un entorno hermético, sin diálogo, y con un presidente distante incluso de sus ministros más cercanos.
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En su relato, también hay espacio para criticar a figuras clave del actual gabinete, como la canciller Laura Sarabia, a quien acusa de controlar el acceso al presidente y asumir funciones más allá de las propias del cargo. “Ella era la dueña de su tiempo, de algunos quehaceres suyos y que, además, le satisfacía algunas necesidades personales”, escribió.
Leyva también recordó el caso del actual ministro del Interior, Armando Benedetti, a quien describe como una persona con problemas similares: “Comprendí por todo lo que manifestaba que estaba adicto a las drogas”. Y menciona al psicólogo Miguel Bettín como alguien clave en ese proceso.
El excanciller confiesa que, pese a sus discrepancias, siente culpa por no haber intervenido de forma más directa cuando detectó los primeros signos del presunto deterioro personal del presidente. “Lo he debido aproximar, ayudar, asistir oportunamente. Guardo en mi interior la pena de no haber intentado extenderle la mano”.
Finalmente, la carta no solo es un ajuste de cuentas político, sino también una reflexión sobre el aislamiento, la ansiedad y los problemas de salud mental que, según Leyva, afectan profundamente al presidente Petro. “Tiempos de soledad, ansiedad, depresión… todo conocido por personas cercanas a usted, que lo estiman, pero que no saben cómo ayudar”, concluye.
El contenido de esta carta ha generado un intenso debate sobre el estado del Gobierno, la salud del mandatario y la transparencia dentro de la Casa de Nariño. Mientras tanto, desde Presidencia no se ha emitido una respuesta oficial frente a las graves acusaciones del exministro.
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