Fotografía facilitada por la NASA que muestra el prototipo del avión espacial robótico X-37B en Huntington Beach ( EE.UU.) / EFE

A lomos de un gigantesco cohete Atlas V, la Fuerza Aérea de Estados Unidos lanzó desde Cabo Cañaveral la primera misión secreta de su propio trasbordador robotizado, en el que se han invertido una fortuna no reconocida y años de intenso trabajo.
El ingenio reusable, bautizado con el código X-37B pero apodado el «baby-shuttle», mide casi nueve metros de largo, tiene una envergadura de 4,5 metros y pesa 5.000 kilos. Además, dispone de una autonomía de nueve meses de navegación continuada.

Imagen del lanzamiento / EPA

Más allá de esos detalles básicos, no se sabe mucho más. Secretismo que ha disparado las especulaciones en torno a que el X-37B constituya un paso adelante hacia la controversial militarización del espacio. Con posibles aplicaciones de espionaje, recolocación de satélites o incluso bombardeo de remotos objetivos.

Todo dentro de una acelerada evolución de tecnología castrense en la que Estados Unidos ha acumulado una ventaja considerable en lo relacionado con aviación robotizada.

La carga, un secreto
De acuerdo a las difusas explicaciones facilitadas por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, este vehículo reusable está diseñado en principio como un «laboratorio orbital» para poner a prueba nueva tecnología y componentes antes de su incorporación a la flota de satélites utilizada por el Pentágono.
Fabricado por Boeing, el trasbordador robotizado comenzó como un proyecto de la NASA en 1999, pero eventualmente pasó a la jurisdicción militar.

Cuando termine su primera singladura, el «baby-shuttle» es esperado de vuelta en la base militar de Vandenberg, California. Pero los responsables de la misión se han negado tan si

Imagen hecha por ordenador del pequeño trasbordador / EFE

quiera a confirmar la fecha de regreso. Y por supuesto no han ofrecido detalle alguno sobre la carga a bordo del vehículo, qué tipo de experimentos están programados o cuantos cientos millones de dólares se han invertido en su desarrollo.

Se sabe que una vez en órbita, este trasbordador espacial tele-dirigido funciona gracias a una combinación de células solares y sofisticadas baterías recargables de litio-ion. La Fuera Aérea tiene previsto un segundo lanzamiento, con el objetivo de comprobar en cuantos días son capaces de volver a colocar en órbita el mismo vehículo.
Entre aspiraciones de conseguir una especie de avión espacial susceptible de ser utilizado de nuevo sin grandes preparativos a diferencia de los envejecidos «shuttle» de la NASA, de próxima jubilación.
El Comando Espacial de la Fuerza Aérea, con base en Colorado Springs, será el encargado de seguir la pista a la actual misión en curso. Si algo va mal, el ingenio cuenta con un mecanismo de auto-destrucción. Y si esta primera singladura termina bien, el Pentágono contempla la adquisición de un segundo X-37B para el año que viene.
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Redacción Minuto30

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