La forma cómo Sarah Jessica Parker, actriz inmortalizada por su icónico rol en la noventera serie “Sex and the City”, terminó convertida en uno de los cinco jueces que otorgó el Booker Prize de 2025 a David Szalay y su novela “Flesh” es tan curiosa como inquietante: simplemente comentó “Oh, déjenme intentarlo!!!!” a una entrevista publicada en el Instagram del concurso en la que se discutía la sensación de formar parte del selecto jurado del prestigioso galardón. Y así, sin más, la organización se puso en contacto con ella, los abogados arreglaron el papeleo y el resto es historia conocida por todos. Un salto mortal hacia atrás con los ojos cerrados y doble tirabuzón que muy seguramente no nos habría funcionado a ninguno de nosotros de haber intentado exactamente lo mismo.
Una elección poco ortodoxa, pero no necesariamente carente de fundamento ya que la actriz no está fuera del mundo editorial. Todo lo contrario, tiene un sello propio, SJP Lit, una iniciativa que desde 2022 viene imprimiendo títulos que buscan darle cabida en el mercado tanto a autores internacionales como a otras voces con baja representación en la literatura contemporánea. Una labor loable, sin lugar a duda, pero que dista mucho del esfuerzo titánico de cientos de editoriales independientes que, sin el empuje mediático de SJP Lit, día a día tienen que ganarse la supervivencia contra los gigantes de papel de la industria en Estados Unidos y a quienes un cameo de sus fundadores por el Booker Prize podría significarles la diferencia entre aguantar un año más o sucumbir ante el libre mercado.
En su defensa diremos que no es ni mucho menos la primera vez que el Booker Prize elige como miembros del jurado a perfiles poco convencionales cuya idoneidad para el cargo puede generar cierta suspicacia. El año pasado y en 2019, por ejemplo, designaron a Nitin Sawhney y a Joanna MacGregor, respectivamente, ambos músicos de profesión, mientras que en 2023 nombraron a Adjoa Andoh, más conocida por su rol de Lady Agatha en los Bridgerton, y en 2021 hicieron lo propio con Natascha McElhone, de rol protagónico en la quinta temporada de The Crown. Aun así, el nombramiento de Sarah Jessica Parker ha sido de lejos el más sonado y controvertido, y el reportaje de The New York Times publicado a su favor días después de anunciado el ganador tampoco ha ayudado a aliviar las tensiones.
Independientemente de la calidad que tenga “Flesh”, y la cual sólo descubriremos cuando sea traducida al español, no deja de preocupar la “celebrización” del universo literario a nuestro alrededor. Ya sucedió con el Premio Planeta y su mutación definitiva hacia galardón televisivo, con el Premio Nobel y su ojalá algún día olvidable rendición a los pies de Bob Dylan en 2016 y ahora pasa con el Booker Prize, uno de los últimos bastiones de la academia y la cultura que teníamos en muy alta estima y de cuyo criterio nos fiábamos porque creíamos que estaba por encima de la purpurina, el brilli brilli y los reflectores. No sabíamos cuán equivocados estábamos.
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