La causa de la protección animal

Hoy quiero contarle que desde que era pequeña, mi padre me inculcó el amor por los animales. Él me enseñó que un ser vivo, por más pequeño o silencioso que sea, siente, sufre y necesita de nuestra protección. Desde, ese momento supe que quería luchar por cuidar los animales y hacer un mundo mas comprometido con los seres vivos. Por esa razón, cuando cumplí la edad de 6 años dije que quería ser abogada y veterinaria para ayudar y rescatar a los perritos abandonados, y comencé a recoger los animales en la calle con la ayuda de mi mamá y mi padre quien financiaba la causa.

Es asi que comencé a aprender de la causa de la defensa y protección animal y pude ver que los animales eran las victimas silenciosas y más fragiles de la calle ya que en muchas ocasiones, las personas los usan, explotan y desechan como si fueran basura a pesar de ser fieles, leales, amorosos e incomparables con el ser humano.

Pasaron los años y mi padre se incomodaba porque en una ocasiones recogíamos perros abandonados, o en las que él me explicaba por qué jamás debía normalizarse el maltrato, fueron sembrando en mí una convicción que hoy guía mi ejercicio profesional, la defensa de quienes no pueden defenderse solos. La sensibilidad que nace en la infancia termina convirtiéndose en responsabilidad cuando somos adultos, y es allí donde el derecho adquiere un papel esencial.
Con el tiempo entendí que la causa animal no solo se sustenta en razones éticas o emocionales, sino en fundamentos jurídicos sólidos.

En Colombia, los derechos de los animales encuentran respaldo en principios constitucionales como la dignidad, la solidaridad y la protección del medio ambiente, en concordancia con los (artículos 8, 79 y 95 de la Constitución Política de1991. Aunque no son “sujetos de derechos” en sentido estricto para todos los efectos, la jurisprudencia, incluida la Sentencia C-283 de 2014 y múltiples fallos de tutela, ha reconocido que los animales son seres sintientes, lo que impone a la sociedad el deber de brindarles protección y evitar el sufrimiento innecesario. La causa animal nació de una transformación cultural que el derecho simplemente tuvo que reconocer: que los animales no son cosas, son vidas.

Ahora bien, es importante decir que las normas que protegen a los animales en Colombia han evolucionado de manera importante. Al inicio, el marco jurídico era disperso y limitado a sanciones administrativas menores. Por ejemplo, la Ley 84 de 1989, conocida como el Estatuto Nacional de Protección Animal, fue uno de los primeros esfuerzos por establecer reglas claras frente al maltrato. Décadas después, el país dio un salto enorme con la Ley 1774 de 2016, que modificó el Código Penal para reconocer a los animales como seres sintientes e incluir sanciones penales para quienes les causen daño. Esta ley endureció las penas, incorporó medidas de protección inmediata y abrió la puerta, para que la denuncia de maltrato fuese un asunto de interés público.

Otras normas complementarias, como el Decreto 780 de 2016, respecto al manejo de fauna, o los acuerdos municipales sobre protección de animales domésticos, han consolidado un sistema más robusto, por último la La Ley Ángel, que fue aprobada en 2025 como Ley 2455 de 2025, representa un hito histórico en la protección animal en Colombia. Esta norma actualiza el antiguo marco juridico del Estatuto Nacional de Protección de los Animales (Ley 84 de 1989) y las disposiciones penales del Código Penal colombiano, reforzando las sanciones para quien maltrate, abuse sexualmente, lesione gravemente o mate a un animal con dolo, aunque todavía insuficiente para garantizar la protección animal.

El gran desafío está en la aplicación efectiva de la ley. Aunque las normas existen, la realidad es que gran parte de los casos no se investigan con la celeridad que ameritan, o se archivan por falta de pruebas o de conocimiento institucional. Las comisarías, inspecciones de policía y fiscalías aún carecen de capacitación especializada, lo que dificulta la correcta valoración del sufrimiento animal y la urgencia de adoptar medidas de protección. A ello se suma la falta de albergues, la debilidad en las estrategias de vigilancia y la ausencia de una política pública nacional unificada. El reto es enorme: lograr que la ley no sea un ideal simbólico, sino un mecanismo real que salve las vidas.de los animales.

Para ello, se requiere voluntad institucional, educación ciudadana y una sociedad que entienda que proteger a los animales no es un acto de compasión aislado, sino una obligación ética y jurídica que define quiénes somos, por eso es fundamental la institucionalización de la cátedra de protección animal en los colegios y escuelas del país para lograr que los Niños, Niñas y Adolescentes, aprendan de como proteger los animales en todos los territorios de Colombia.