Medellín tiene tantos poetas como canciones. Algunos escriben del significado que tuvo la poesía de José Manuel Arango en las letras de la ciudad. Manuel Mejía Vallejo fue un gran promotor de escritores desde su taller en la Biblioteca Pública Piloto. Medellín es una ciudad que provoca en su cotidianidad temas que muchos relatan en mitos y leyendas, que no son propiamente las del desfile del 7 de diciembre con la tradición de las velitas.
Las costumbres de Medellín siguen en la vida de los barrios, en los graneros tradicionales y en los pocos bares que quedan en algunas calles de la ciudad, que cambia como un camaleón que atrapa con la carreta de la innovación, mezcla pobreza y abundancia extrema. Centros comerciales que quieren buscar suplir lo que no se hace en el parque del barrio.
Los caminantes de la ciudad, siguen su vida apurada sin estar atentos a las estatuas que se encuentran en alguno que otro parque como la gorda en plena plaza de Berrio y en la avenida la playa que tiene tanta historia como la propia quebrada que descarga sus aguas de la montaña Santa Elena al río Medellín. El escudo con la Virgen de la Candelaria de Medellín sigue vigente como significado de historia que no se quiere recordar.
Medellín tiene salas de cine que quedan en los recuerdos, en la memoria colectiva de muchos habitantes del centro. Cada barrio tenía su centro cultural desde la escuela y la cancha y el rato libre viendo cine. Surgieron directores como Víctor Gaviria y hoy desde los canales regionales nos vemos en la caja mágica que guarda el acontecimiento que sucede en la cuadra.
La migración que vive Medellín es un coletazo de los fenómenos sociales que siempre ha tenido la ciudad de los contrates para ser tan pequeña en sus avances urbanos. No superamos con facilidad los cambios en el tráfico del centro administrativo alpujarra. Todos quieren llegar en su vehículo a laborar a la misma hora del reloj que aproxima la quincena, renegando de la congestión del pico y placa.
La migración provocada por las bandas criminales hace que de barrio a barrio existan fuerzas de control que aprovechan el miedo para cobrar vigencia en su permanencia social y territorial. El helicóptero nocturno puede generar confianza, pero nunca supera la vigilancia del propio ciudadano que cuida la ciudad de las muchas miradas.
2021-05-06
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