Por Edgar Artunduaga

El sacerdote eudista Alberto José Linero Gómez es el cura más conocido del país, después de su superior, el padre Diego Jaramillo, presidente del Minuto de Dios. Los dos salen en televisión, pero el discurso de Linero es –para algunos- provocador. Hay quienes dicen que es sólo un cura mediático. Pero sus libros se venden y se leen como bestseller y sus presentaciones en televisión (Día a Día, del Canal Caracol) son bien recibidas por el gran público.

Por Edgar Artunduaga

Nacido en Santa Marta y barranquillero de corazón, Linero desarrolla una actividad frenética: es profesor de la Universidad del Norte, autor de una veintena de libros, gerente de la obra El Minuto de Dios en toda la Costa, jugador de tenis, hincha del Unión Magdalena, consejero espiritual, líder social, hombre de medios, conversador agradable, desabrochado, locuaz…. 

-¿Cuántas veces se ha enamorado?

-Uff… muchas veces.

-¿Y le es posible como cura católico?

No se te olvide que García Márquez en ‘El amor en los tiempos del cólera’ dice que el corazón de los hombres es como un motel de prostitutas, que tiene muchos, pero muchos cuartos.

-¿Se ha enamorado locamente de una mujer?

Claro que sí, quién no se enamora de una vieja hermosa, linda, preciosa, exuberante ¿quién no?, ¡hombre, por favor! Sin embargo, he tomado la decisión de apartarme.

-Usted como sacerdote, ¿ha sentido la tentación por una mujer, por una vieja hermosa como usted dice?

Sí Edgar. Sí y he vencido esa tentación. Claro que he sentido mariposas en el estómago. Claro que el corazón me ha trepidado más fuerte, pero tengo un compromiso libre y consciente con el celibato.

-¿Padre, cómo se tortura usted leyendo ‘Las cincuenta sombras de Grey?

Es bacanísimo. Primero me parece que la literatura erótica tiene una cantidad de cosas chéveres. Me gusta saber lo que la gente está leyendo. Ese libro ha vendido 40 millones de copias. Uno tiene que saberlo, porque no quiero ser un cura que no responda las preguntas. Quiero ser un cura metido en el mundo, en algo que ha leído todo el mundo. Me parece que como descripción es muy buena, pero la historia no me ha atrapado tanto. No me molesta espiritualmente porque la armonía con Dios va por encima.

-Pero un libro erótico no es la mejor lectura para un sacerdote católico…

¿Te volviste conservador después de viejo? Este no es el Edgar Artunduaga que yo conozco, que yo he leído, un neoconservador?

-No, yo sigo siendo un hombre de pensamiento liberal, pero me sorprende que usted enarbole como sacerdote católico las lecturas eróticas…

No digo que sea lo más cómodo para leer, pero lo estaba haciendo.

¿No le perturba la mente tanta maroma sexual que hay en el libro?

A veces me parece exagerado. A veces me parece loco. A veces realmente no me hace feliz el leer este tema. No es que el texto me haya matado; lo leí porque tengo que estar enterado de las cosas.

¿Cuánto lleva en el sacerdocio padre?

Yo me ordené a los 24 años, tengo 20 años de ser sacerdote.

¿Y nunca le han dado ganas de tirar… la toalla o mejor, la sotana?

Sí, pero más fuerte ha sido la espiritualidad, el encuentro con Dios. Más fuerte ha sido el servicio a la Iglesia. Seguro, uno no puede decir mentiras. Trato de ser honesto. No puedo decir que no haya momentos de tentaciones, momentos difíciles. Claro que los ha habido. Pero ha sido más fuerte el amor por la Iglesia, el estar con el dueño de la vida.

¿Y cómo endurece uno el espíritu? ¿Cómo hace fuerte el alma?

Creo que con mucha oración. Debemos tener la capacidad de meditar, de trascender, de encontrarse con Dios. Yo entiendo que el mundo de hoy nos exige pragmatismo, pero más allá de la producción, de lo que vale, de lo útil, más allá de todo eso, está el poderse serenar, tranquilizar y reencontrarse con el dueño de la vida. Así se fortalece el espíritu.

¿Para qué diablos el celibato, padre?

En el caso mío es un ejercicio de libertad. Yo tengo un cuadro de trabajo bastante amplio, una agenda bien apretada. Yo no creo que pudiera servirle a la Iglesia con todo lo que lo hago, con las veintitantas horas que trato de trabajar si estuviera casado. Seguramente no podría. Yo creo eso y lo vivo conscientemente, libremente.

¿Celibato es igual a impotencia voluntaria?

No. Yo no he renunciado a mi sexualidad. Yo no reprimo mi sexualidad, trato de sublimarla. Uso ese libido en función en una cantidad de obras y de trabajo. Pero no me niego a sentir. No me niego a vivir lo que vivo. Si fuera un reprimido, seguramente eso se me saldría por otras partes. Yo no me niego a amar, no me niego a tener contactos emocionales con la gente. Lo que no hago es tener genitalidad con nadie. Me niego a una relación exclusiva con nadie. Es decir, no tener pareja.

Con mucho cariño, y ya para terminar Padre, ¿qué hace cuando se le levanta el ánimo?

Jajajá, a mí se me para el ánimo muchas veces, de eso pueden estar seguros, pero soy dueño de mis emociones, no esclavo de ellas. Hago el esfuerzo de servirle a los hermanos de manera honesta, decidida, en medio de mis debilidades, de mis fragilidades. Pero trato de vivir la vida como viene. De vivir la vida con tranquilidad.

-Le escuché el mismo discurso al Padre Gallo hasta que decidió cambiar y botar todo al diablo..

Hombre, yo lamento eso. Yo te puedo responder por el presente. Yo soy consciente que el mundo se va haciendo a partir de las decisiones que uno toma. Hoy estoy convencido de lo que hago, estoy convencido de la comunión con mi Iglesia, de lo que estoy haciendo. No te respondo por mañana. Pero hoy te aseguro que es así. Y te lo digo con total libertad y consciencia.

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Redacción Minuto30

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