El arrollador Alfonso Villegas, fundador de El Tiempo, hace 102 años

¿Quién fue el fundador del diario El Tiempo?

Alfonso Villegas Restrepo, un manizaleño fuera de serie que en sus 61 años de vida conservó el primer peinado de raya en la mitad que de niño le trazó su amorosa mamá.

Edgar Artunduaga

Este hombre fue tan sui géneris que se dedicó a tender los puentes que conducían al poder para que otros pasaran a disfrutarlo como Dios manda.

Siempre prefirió el plan de espectador y desdeñó el papel protagónico en las prometedoras empresas que acometió.

Nacido en Manizales el 21 de enero de 1.884 y fallecido en Bogotá el 2 de marzo de 1945, se inventó El Tiempo (cuando contaba 27 años de edad) en la mañana del 30 de enero de 1.911.

El periódico, que  sería a la postre el más influyente diario de Colombia, fue vendido por el joven Alfonso en cinco mil pesos, pagaderos en módicas cuotas mensuales, a su cuñado Eduardo Santos Montejo, el futuro esposo de su hermana Lorencita, porque resolvió radicarse en Nueva York.

El afortunado comprador de semejante potosí sería elegido presidente de Colombia para el período 1938-1942 y encabezaría con su hermano Enrique Santos, Calibán, una de las más sobresalientes dinastías del periodismo nacional, a la que pertenece el actual Presidente Juan Manuel Santos.

La primera sede –estrecha e incómoda- funcionó en el Parque Santander, en dos minúsculas oficinas: una destinada a la redacción y la otra a la administración.

Como el cotidiano carecía de talleres, se editaba e imprimía en la imprenta de la Gaceta Republicana, en la Avenida Jiménez con la carrera sexta. Su primera sede funcional, propia, operó en la calle 14 entre carreras 8 y 9. El doctor Santos renunció a un cargo en la Cancillería para consagrarse por entero a la transformación de su minúscula empresa.

Liberal de raca mandaca, el señor Villegas Restrepo –llamado en su época “el campeón contra todos los partidos”— tuvo una participación clave en la creación del Partido Republicano que llevó a la presidencia al conservador antioqueño Carlos E. Restrepo, adelantándosele en casi medio siglo a la convivencia bipartidista que pactarían a orillas del mar Mediterráneo, en España, con la impronta de “Frente Nacional”, los ex presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez  para derrocar al general Gustavo Rojas. Se amañó tanto don Alfonso en su rol que mantuvo esa condición política aunque lo dejaron sólo sus compañeros de aventura en el llamado ”Canapé republicano”.

Antes de que viera la luz primera el verdadero Tiempo emplearon ese nombre, en publicaciones semanales, el defensor del Liberalismo radical  don Manuel Murillo Toro, en Bogotá, y el ideólogo conservador don Aquilino Niño, en Tunja, partidario del recalcitrante Miguel Antonio Caro. A los dos les madrugó en Medellín, en 1854, un semanario liberal que defendía la gestión del presidente José Hilario López e impulsaba una cruzada artesanal contra el monopolio del aguardiente.

Además de Carlos E. Restrepo, el doctor Villegas respaldó a los presidentes liberales Alfonso López Pumarejo y Enrique Olaya Herrera y atacó violentamente a los jefes conservadores Laureano Gómez y Silvio Villegas, quien llevaba su mismo apellido paterno y también era oriundo de Manizales, pero no había parentesco directo entre ellos, ni empatía ideológica.

Justamente, el más influyente de los tres Villegas de Caldas que en el siglo pasado dieron el gran salto político de Manizales al escenario nacional, en Bogotá, fue el liberal Alfonso. Los otros dos fueron los conservadores Aquilino y Silvio.  Nótese que el trío tuvo parecidas aficiones y disciplinas en lo periodístico y en lo literario.

Sobre Alfonso Villegas  publicó una sabrosa crónica el señor Juan Carlos Gaitán, en Credencial – Historia. Cuenta que antes de graduarse de abogado en la Universidad del Rosario, el visionario caldense, que apenas contaba 17 años, participó en combates en la Guerra de los Mil Días, en Tolima, Panamá y algunas ciudades de la Costa Atlántica.

Hecho  prisionero en la batalla de Aguadulce, al recuperar su libertad y terminar el enfrentamiento bélico entre liberales y conservadores fue ascendido a General, rango que le fue indiferente.

En Marzo de 1909 se  incorporó a un movimiento bipartidista modelo que en julio de 1957 sirvió para  instituir el frente nacional que apuntaba a acabar con la dictadura del presidente Rafael Reyes, pues le dio paso a la Unión Republicana.  También hicieron parte  de la rebelión Carlos E. Restrepo, Enrique Olaya, Eduardo Santos, Nicolás Esguerra y Benjamín Herrera.  Los tres primeros alcanzaron la presidencia de Colombia.

Villegas fundó El Tiempo en enero de 1911, que dirigió hasta 1913, con el propósito de defender y apoyar la administración del doctor Restrepo.  En sus comienzos fue tan laborioso que redactaba sólo el diario de la primera a la última página.

La crónica de Gaitán dice que “uno de los hombres más influyentes en Colombia durante la primera mitad del siglo XX fue sin duda Alfonso Villegas Restrepo”.  Agrega  que su arrolladora personalidad e innovadoras ideas marcaron el destino de cinco presidentes de la  República:

Carlos E. Restrepo, Enrique Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos Montejo y Alberto Lleras Camargo.  Llevó siempre una  vida muy agitada en lo periodístico, lo político, lo económico y lo social.  En las encopetadas élites bogotanas se le temía por su tendencia a resolver los pleitos de honor con duelos de verdad, unas veces a pistola y otras a capa y espada.

El último duelo que se registró en la Bogotá antañona lo protagonizaron justamente Villegas Restrepo y el parlamentario conservador Alberto Vélez Calvo, a las 3 de la madrugada del jueves 28 de julio de 1927, en las canchas de golf del Jockey Club.  Nuestro personaje salvó el honor mancillado y apenas sufrió una herida leve de revólver 38 largo en un tobillo, de acuerdo con el registro noticioso de la época aparecido en el diario que él había fundado hacía 16 años.  Se recuerda que mantuvo enconada controversia editorial con el maestro Aquilino Villegas, quien detestaba los duelos a muerte que tanto apasionaban al doctor Alfonso.