Obviamente no soy el mejor ser humano y menos el excelso ciudadano; soy un ser humano, como los miles que habitamos el suelo de Medellín, con más defectos que virtudes, que todos los demás de mis prójimos, pero soy ciudadano.

Nelson Hurtado Obando

Nelson Hurtado Obando

Y soy ciudadano, como los miles de seres humanos, que en todos los barrios de nuestra ciudad, madrugamos, antes de que salga el sol, a cumplir la cita con la vida, con el trabajo y/o con el estudio, con fe y esperanza, porque sabemos que “Dios en su infinita bondad, aprieta, pero no ahorca” y la Patria, bien o mal, nos acoge en su suelo, donde nos alumbra y calienta un mismo sol y una misma noche, vuelve estrellas todos nuestros sueños.

Pero, ¡cómo duele ser ciudadano!

Y duele, porque como ciudadanos, observamos, cumplimos, acatamos y respetamos la Constitución y las Leyes de la Patria, no desde la promesa del mal futuro, como temor o miedo a las sanciones y a las penas, que su violación conlleva, sino por la íntima convicción que nos alienta, que ser felices, es mucho más simple que ser infelices, cuando sabemos desde la solidaridad, no sólo jurídica, sino moral, que la existencia, como seres humanos y como ciudadanos, no puede ser, nada inferior, ni nada distinto a coexistencia.

Y duele ser ciudadano, porque aunque sin temor ninguno, respecto a las sanciones y a las penas de las leyes, (los ciudadanos sólo tememos a Dios, a un juez inicuo y a un amigo bruto), no nos sentimos libres frente a la necesidad, ni libres frente al temor, que a diario nos generan otras violencias, unas formalmente legítimas y otras abiertamente ilegítimas.

Impuesto predial.

Tímidas expresiones de repudio se han sentido en toda la ciudad de Medellín, con el nuevo impuesto predial, por el incremento desconsiderado de la base gravable y de la tarifa. Y se escuchan voces de inconformidad, ahora y sólo ahora, que la mano alcabalera del Estado, se ha metido de modo directo al bolsillo de los contribuyentes. Pareciera que a los seres humanos, sólo les duele el bolsillo, el dinero, lo que me recuerda aquella frase de compraventa que dice, que: “Los seres humanos, olvidamos más fácil y más rápido, la pérdida de un ser querido, que una pérdida patrimonial.” Obvio que debemos contribuir al sostenimiento del Estado y a la construcción del bien común; obvio, que la vida en comunidad y sobre todo en ciudades como Medellín, nos demanda, además del pago de los tributos, sacrificios, para sostener infraestructuras de servicios, ampliar coberturas y llevar a los prójimos menos favorecidos de fortuna espiritual y material, siquiera el mínimo vital, que no se confunde con el salario mínimo.

Grosso modo, se sintetizan, principios, valores y fines del Estado Social de Derecho, cuyo principio fundante es el de la dignidad humana, (no de la dignidad del espíritu humano, como algún locuaz gobernador postula), en la comprensión de que el hombre es una realidad dual, bifronte, un fin en sí y no un medio.

Tienen y tenemos razón en sentirnos inconformes los ciudadanos de Medellín, los que no tememos a las sanciones y a las penas de las leyes, porque no las quebrantamos, con el desconsiderado incremento del impuesto predial, en una ciudad en crisis, crisis ostensible, crisis inocultable, crisis que no amaina, crisis que se extiende y que no alcanza siquiera a ser disimulada con los “premios internacionales”, que tantos recursos públicos nos consumen.

Obras públicas por valorización

No obstante, como ciudadanos, somos contradictorios; se han sentado las protestas por el alza del impuesto predial. En  EL POBLADO, que desde hace muchos años, ya NO ES el BARRIO de los RICOS de Medellín, barrio actualmente habitado por personas de la tercera edad, pensionados, muchas parejas jóvenes de profesionales o que están estudiando, comerciantes y pequeños empresarios, trabajadores y empleados de empresas privadas y también del Estado, la gran mayoría que han adquirido vivienda a través de créditos hipotecarios, sacrificando incluso la satisfacción de necesidades de alimentos, educación, vestido, recreación, etc., llevamos casi 6 años, de prolongado silencio frente al llamado PLAN de OBRAS PÚBLICAS VIALES El Poblado por VALORIZACIÓN.

Somos contradictorios.

Los ciudadanos de EL POBLADO, frente al PLAN VIAL por VALORIZACIÓN, jamás se han manifestado de la manera como lo han hecho frente al IMPUESTO PREDIAL y no lo han hecho, porque dicho PLAN VIAL por VALORIZACIÓN, ha sido presentado como PROMESA DE BIEN FUTURO, por la que asumen, sin estudio, sin análisis, sin reflexión,  que bien VALE la PENA PAGAR VALORIZACIÓN.

La VALORIZACIÓN, como PROMESA DE BIEN FUTURO, la asumen los ciudadanos de El Poblado, desde los siguientes referentes:

1. PATRIMONIAL: Creen que con las OBRAS VIALES, sus apartamentos van a quedar VALIENDO MÁS, que a la hora de vender tendrán un precio superior al precio del mercado inmobiliario.

NO SABEN que la propiedad inmueble, a lo máximo, año a año, lo único que corrige o absorbe, es la inflación o sea la pérdida de capacidad adquisitiva o de producción de renta, del capital invertido en la vivienda.

NO SABEN, que el precio de la vivienda urbana, usada y con algunos años de uso, a lo máximo alcanza los precios del  mercado inmobiliario de vivienda usada, pero nunca los precios del mercado de vivienda nueva.

NO SABEN, que el mayor acelerador del precio alto de la vivienda urbana, es la escasez de suelo urbano habitable.

2. MOVILIDAD: Creen los habitantes de El Poblado, que la circulación de los carros, se hará a mayor velocidad, fluida.

NO SABEN, que a mayor OFERTA de VIAS o de AMPLIACIONES, MÁS CARROS habrá en ellas y por tanto siempre habrá MÁS CONGESTIÓN. ( No lo digo yo, lo demostró el Premio Nobel de Economía de 1996)

3. LEGALIDAD: El PLAN de OBRAS PÚBLICAS VIALES en El Poblado, NO FUE APROBADO, por el CONCEJO de MEDELLÍN, conforme lo ordena la Constitución y la ley. (Hay certificación al respecto de la Secretaría del Concejo)

NO SABEN que dicho PLAN VIAL, es un MICO-LISTADO que se le colgó al PLAN DE DESARROLLO 2008-2011 de Alonso Salazar.

NO SABEN, que la VALORIZACIÓN, en lo que respecta a El Poblado, es el TRIBUTO, a través del cual, el MUNICIPIO de MEDELLÍN, mínimamente quiere cobrar los COSTOS de la IMPROVISACIÓN.

Así dejamos de ser BUENOS CIUDADANOS y en aras de la falsa promesa del bien futuro, de creer que las viviendas incrementarán su precio, que aumentará el valor del patrimonio, que llegará riqueza a los bolsillos, sin apreciar que entre la almohada y la vía, ya no habrá un antejardín, sino una VIA, con CARROS, RUIDO y HOLLÍN pegados a la almohada, contaminando, dañando la salud y la vida, deteriorando la calidad de vida, valores, beneficios y derechos jamás apreciables en dinero, pero por el cual, se prefiere guardar silencio, sin  importar siquiera que la Constitución y la Ley hayan sido violadas, como si la ilegalidad, trajera buena paga.

De esta manera, creyéndonos buenos ciudadanos, estamos siendo actores de un nuevo frente de violencia, tan grave como cualquiera otra, porque resta credibilidad en la institucionalidad y porque rompe la BUENA FE, la CONFIANZA LEGÍTIMA y hace añicos la SEGURIDAD JURÍDICA, sin la cual no hay gobernabilidad, ni transparencia, ni civilidad, ni democracia, ni Estado, ni gobierno, ni ciudadanos, ni ciudad.

No cabe sino preguntar: ¿somos o no somos ciudadanos?

Peor que el IMPUESTO PREDIAL, es el PLAN de OBRAS PÚBLICAS VIALES en EL POBLADO por VALORIZACIÓN, seamos coherentes!

Contundente VARGAS LLOSA: Vivimos en “La civilización del espectáculo…Las ideas ya no son motor de cambio…Los descubrimientos y avances tecnológicos se consideran el motor del progreso y de la vida cultural. Y creo que esa es una gravísima equivocación. Es convertir a los especialistas en el motor del desarrollo, pero el especialista no es un hombre de ideas. Es alguien que forma parte de un mecanismo, de un engranaje, y aunque es una pieza esencial de ese engranaje, lo fundamental es quién maneja al engranaje, qué orientación le da, qué piensa sacar de él. Y esa es la función de la cultura, salvo que se convierta en espectáculo.”

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PD. No comparto de ningún modo expresiones groseras, toscas y agresivas, contra el Señor Alcalde de Medellín, ni contra autoridad alguna. Él ante todo es un ser humano, con virtudes y defectos como todos. La cuestión es con argumentos, racionales, razonables, vehementes, pero respetuosos.

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Redacción Minuto30

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