Cada que se agitan enfrentamientos bélicos y/o diplomáticos entre países, muchas opiniones salen a flote para buscar justificar o calificar su necesidad o impertinencia, lo cierto es que, pocas veces quienes pelean las guerras son los perdedores, así como que nunca, quienes la sufren son quienes la agitan y en el mismo sentido quienes la conocen, generalmente no son quienes opinan sobre su desarrollo.
Los daños colaterales de la guerra, los que sufren quienes no hacen parte de ella, son tal vez el mayor motivo para defender que en todo caso, es mejor una paz imperfecta que una guerra perfecta. Colombia, lo ha venido demostrando, sin embargo, no es ello lo que se pone sobre la mesa, cuando grandes intereses económicos, permean las intenciones de confrontación que fácilmente disfrazan temores por perder o ambición por ganar poder económico para comprar poder político y buscar controlar lo que a su paso se atraviese, y es que veamos.
El caso Colombiano, lamentable por su cantidad de víctimas vivas y muertas, dió ejemplo de ello; la lucha por las rentas derivadas del narcotráfico, la guerra por poseer en mayor medida control sobre territorios y cultivos y unos trazos finalmente invisibles de ideologías políticas adversas, invisibles porque fueron pasando a un segundo plano, generaron pobreza y tristeza en los más pobres y necesidad de alta inversión por parte del Estado en los esfuerzos para combatirlo, es decir, dos intereses cruzados, dispuestos a enfrentarse para conseguir sus fines, se pregunta uno ¿quién pierde en el negocio?
Para buscar esa respuesta, basta con plantear una ecuación apenas lógica, que indica que todo enfrentamiento entre poderosos, es igual a un daño en el más débil, o lo que es lo mismo: poderoso vs poderoso= muerte y pobreza al débil.
El caso Rusia y Ucrania, igualmente lamentable, aunque cargado de historia, de guerras pasadas, de intrigas multilaterales y de intereses inimaginables, tiene un fondo similar, este, basado en el control del petróleo y del gas, y no es que pretenda aquí desconocer otros motivos, ni que pretenda ser voz autorizada en la materia, lo que es cierto, es que como quieran mirarlo, las guerras son negocios altamente rentables para quienes las provocan y ciertamente desbastadores para quienes la sufren, con el agravante de su volatilidad, que mantiene la zozobra natural que la caracteriza.
Es como si cada lagrima, pérdida o grito de pánico, tuviera un costo o fuera monetizado, es como si recaudar tristezas fuera rentable, lo cierto es que, toda guerra implica ganancias y pérdidas, lo raro es que los que las provocan casi siempre ganan, los que la sufren siempre pierden, los que las relatan a lo lejos las disfrutan, y los que las ignoran, las alimentan.
El mundo entero, debería seguir en la lógica, de entregarle a la paz todo y para la guerra nada.
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