Resumen: Un felino margay rescatado de cautiverio en Bello regresó a la libertad en el suroeste antioqueño tras 18 meses de rehabilitación especializada.
Tras casi 18 meses de rehabilitación, un felino margay hembra volvió a pisar territorio silvestre luego de una historia marcada por el cautiverio ilegal y el maltrato.
El felino, conocido también como tigrilla arborícola (Leopardus wiedii), fue liberado recientemente en una zona boscosa del suroeste de Antioquia.
El caso salió a la luz a comienzos de 2024, cuando el animal cayó desde un segundo nivel de una vivienda en el norte del Valle de Aburrá, donde era mantenido en cautiverio. Vecinos del sector alertaron a las autoridades al notar que se trataba de un animal silvestre, lo que permitió su rescate oportuno.
La margay presentaba un delicado cuadro de salud: debilidad ósea y desnutrición, producto de una dieta inadecuada y del encierro prolongado.
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Al ingresar al Centro de Atención y Rehabilitación de Fauna del Área Metropolitana, los profesionales se encontraron con un reto mayor. El felino no reconocía presas, buscaba el contacto humano y carecía de comportamientos básicos para sobrevivir en libertad. “Había perdido el miedo a las personas, algo muy peligroso para un animal silvestre”, señalaron expertos vinculados al proceso.
Durante más de un año y medio, biólogos, veterinarios y zootecnistas trabajaron en su recuperación física y conductual. Se implementó una alimentación especializada, se redujo al mínimo la interacción humana y se diseñaron ejercicios para estimular la caza, el acecho y la escalada en árboles. Cada avance era evaluado con cautela, pues cualquier error podía condenarla a no regresar jamás al bosque.
Tras comprobar que el felino ya podía defenderse y alimentarse por sí mismo, las autoridades ambientales coordinaron su liberación en una reserva natural del suroeste antioqueño, un ecosistema de bosque húmedo alejado de centros urbanos y rutas de tráfico ilegal.
Desde Corantioquia y el Área Metropolitana aprovecharon el caso para reiterar un llamado urgente: tener fauna silvestre en casa no es protección ni cariño, sino un delito ambiental que deja secuelas profundas en los animales y afecta el equilibrio de los ecosistemas.
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