Captura del vídeo

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En Estados Unidos, abrieron las puertas del primer prostíbulo que funciona igual que los demás, con la diferencia de que las trabajadoras son máquinas sexuales. Los robots hablan, se mueven y aumentan la temperatura según su actividad.

Al asistir al burdel, los usuarios pueden observar las mujeres por un catálogo virtual y allí verán las diferentes personalidades y apariencias. Para poder iniciar la actividad sexual, primero se debe conversar con el robot y esperar si este accede a los servicios.

«Mi cuerpo está hecho para dar el máximo placer. No puedo esperar a que lo sientas», dice una de las muñecas para coquetear con sus clientes.

Aún no se sabe en que ciudad de Estados Unidos está ubicado ni el precio para acceder a los servicios.

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