La jornada electoral de este 27 de mayo nos mostró a tres candidatos particularmente fuertes: Iván Duque con un primer puesto bien consolidado superando los siete millones y medio de votos, luego un disputado segundo lugar que finalmente obtuvo Gustavo Petro sacándole una ventaja estrecha a Sergio Fajardo que quedó de tercero, a pesar de también haber sobrepasado los 4 millones y medio de votos; no obstante, al no alcanzar ninguno de ellos la mayoría absoluta (la mitad más uno) de los votos válidos necesariamente nos vamos a una segunda vuelta que tendrá lugar el próximo domingo 17 de junio y donde se enfrentarán los dos que obtuvieron mayor votación, es decir, Iván Duque y Gustavo Petro.

Por cierto, una fecha altamente compleja pues ese día además de celebrarse en Colombia el día del padre, también estaremos en pleno mundial de futbol con partidos a las 7:00 a.m. (Costa Rica vs. Serbia), a las 10:00 a.m. (Alemania vs. México) y a la 1:00 p.m. (Brasil vs. Suiza) hora colombiana, lo que finalmente puede afectar la participación.

Pero hablemos del escenario de segunda vuelta ¿a cuál de los dos candidatos le es más favorable?, en este campo se aceptan discusiones, pero yo me atrevería a afirmar que tal y como están las cosas el más beneficiado es Iván Duque y pienso que él puede ganar, desde que sus electores no se confíen ni se dejen llevar por las distracciones que ya mencioné.

La realidad es que para Duque hubiera resultado más difícil enfrentar a Fajardo en segunda vuelta, que lo que puede ser el enfrentar a Petro. La razón es muy simple, era más probable que Fajardo lograra concentrar su votación y la de Petro, que llegar a pensar que los votos Fajardistas hoy vayan a pasar a las toldas del Petrismo, este escenario es bastante improbable y sigamos con las razones: sí, en efecto, ambos son candidatos proclives a la izquierda, en eso no hay discusión, pero la izquierda de Fajardo es marcadamente democrática (centro-izquierda), y la de Petro es bastante cercana a la revolución bolivariana de Chávez y por ende autoritaria. Adicional a ello Petro tiene un pasado como militante del M-19 que aparece constantemente en las plazas donde se ondean banderas de este grupo guerrillero, y eso hace que se recuerde un pasado oscuro. Pero adicionalmente, Fajardo está con el Polo y desde hace años Jorge Robledo tomó distancia del carácter dictatorial de Gustavo Petro, además le criticó fuertemente sus acercamientos al Santismo, mientras el Polo se esforzaba en hacer oposición.

Seamos sinceros Fajardo los hubiera unido, Petro los divide; y eso es tan claro que incluso Humberto De la Calle le recordó a Fajardo en su discurso que él no hubiera tenido ningún problema en unírsele y aportar ese poquito que le hizo falta para llegar; y estoy segura que en una segunda vuelta los petristas no hubieran tenido reparos en sumarse como voto antiuribista, y para Fajardo hubiera sido fácil recibirlos sin mayores sacrificios de imagen pública.

Pero el escenario es otro, Petro es el candidato, pensar ahora en un matrimonio entre la Coalición Colombia y la Colombia Humana como algunos comentaristas lo insinuaron en medios, resulta bastante improbable… aunque como la política es “dinámica”, todo es posible, pero ya bastante puede decirnos el simple hecho de que Fajardo no tomara decisiones de adhesión en su discurso y se concentrara en hablar de la campaña que sigue en 2019, él sabe que de irse oficialmente con Petro o con Duque, el único perdedor sería él mismo y la coalición Colombia, el costo político de esa incoherencia no se la perdonarían de cara a las elecciones locales. Pero aun en el escenario de que Fajardo más adelante se decidiera a adherir a Petro, valdría la pena también preguntarnos ¿qué tan disciplinados son los votos de la coalición Colombia?, ¿podría Fajardo pasárselos a Petro?, yo lo dudo. Repito que muchos comentaristas hoy hicieron cuentas alegres de más de 9 millones si ambos se juntaran, yo no creo que ocurra. Incluso creo que hay un sector moderado que ante el riesgo que supone Petro, muy en silencio podría migrar a apoyar a Iván Duque, que seamos sinceros es una centro derecha.

Lo más probable es que la Coalición Colombia deje en libertad a sus votantes para optar por la opción que mejor le parezca ya que, repito, inclinar la balanza desde la oficialidad puede ser mal visto; otra opción que tienen es animar a un voto en blanco, que, aunque no tiene efecto en una segunda vuelta es una manifestación simbólica de su descontento; o simplemente optar por abstenerse de participar, lo cual también es una opción válida en Colombia. En otras palabras, esos más de 4 millones y medio de votos que alcanzó Fajardo no son una unidad monolítica que se pueda transferir, lo más probable que ocurra es que se diluyan entre las opciones diversas que he manifestado.

Pero bueno, entremos en materia de lo ocurrido y repasemos las cifras. Los resultados tienen muchas aristas para ser analizadas, a continuación presentaré las que considero más relevantes en cada uno:

Dato de participación: Teníamos 36.783.940 ciudadanos habilitados para votar, de los cuales participaron 19.636.714, correspondiente al 53, 38%. Según los datos aportados por la Registraduría en su Revista Nuestra Huella (edición abril), podemos concluir que esta sería una de las votaciones más altas en la historia reciente del país, siendo solo superada por la segunda vuelta presidencial de 1998 donde participó el 59, 02%, cuyo potencial electoral de entonces no llegaba a los 21 millones de ciudadanos.

Cabe destacar que de los votos emitidos este domingo fueron válidos 19.336.134 equivalente al 98, 46%. Este dato es importante puesto que se creía que la cifra de votos nulos podría aumentar considerablemente debido a las noticias falsas que estuvieron circulando en redes sociales, donde incluso se puso en circulación un documento falso que pretendía hacer creer que se había aprobado otra forma de marcación. Por fortuna, los votos nulos fueron pocos (243.645) comparado con las cifras de 2014, lo mismo que los no marcados (56.935). Respecto a los votos en blanco, que valga aclarar son votos válidos, hubo un descenso importante, esta vez fueron 341.087 representando el 1,76%, mientras que en la elección de 2014 en primera vuelta fueron 770.543 y en segunda 618.759.

Miremos ahora le comportamiento de los candidatos, en términos generales las encuestas acertaron esta vez. Así quedaron:

Iván Duque y Marta Lucía Ramírez: El total de la votación fue de 7.569.693 obteniendo el 39,14%, el Centro Democrático en su unión con otras fuerzas políticas logró aumentar la votación de la consulta de la derecha que había sido de 6.138.503 y además logró ser la mayor votación en la historia de Colombia en una primera vuelta.

Gustavo Petro y Angela María Robledo: El total de votos fue de 4.851.254 representando el 25,08%. Es muy llamativo su fuerte crecimiento, pues en la consulta contra Carlos Caicedo el 11 de marzo Petro había alcanzado 2.853.731. Lo que demuestra crecimiento pues en 2010 había obtenido el cuarto lugar en el camino hacia la presidencia cuando siendo candidato por el Polo sacó 1.331.267 votos.

Sergio Fajardo y Claudia López: Quedaron muy cerca de pasar a la segunda vuelta, sacaron 4.589.696, lo que equivale al 23,73%. Es importante anotar que, en 2010 Sergio Fajardo era la fórmula vicepresidencial de Antanas Mockus en esa ocasión en segunda vuelta lograron 3.587.975 votos. Por cierto, este trabajo en conjunto con Mockus que ya lleva años hace posible explicar el fenómeno ocurrido con la votación en Bogotá.

Germán Vargas Lleras y Juan Carlos Pinzón: obtuvieron un 7,28% de a votación, es decir 1.407.840 votos, un resultado supremamente bajo para lo que se esperaba teniendo en cuenta lo que fueron las votaciones al congreso de Cambio Radical y del partido de la U, solo entre ellos esperaban más de tres millones de votos. Sin duda, este resultado de las presidenciales fue un golpe muy duro para un clásico delfín de la política colombiana, el hombre de la experiencia, las cifras y según muchos las maquinarias. Ahora bien, no hay que olvidar que Vargas Lleras fue vicepresidente de Juan Manuel Santos y de alguna manera su resultado podría estar ligado a un voto castigo a la administración actual, en tanto que era leído como el candidato del continuismo, de hecho, algunos analistas afirman que el asociarlo con el presidente saliente que goza de bajísima popularidad le hacía más un daño que un beneficio. Por cierto, cuando German Vargas se había presentado como candidato en 2010 su votación fue muy similar, en la primera vuelta, donde quedó de tercero, obtuvo 1,471,377 votos. Por lo que su caudal electoral propio podría decirse que se conserva. Otro dato interesante es el de las firmas, tanto Vargas Lleras como Ordoñez, fueron la prueba este año de que el colombiano promedio no le niega una firma a nadie para la candidatura, pero que eso no significa que haya comprometido su voto.

Humberto de la Calle y Clara López Obregón: con 399.180 votos equivalente al 2,06%, lograron un resultado muy similar al que logró en el 19 de noviembre de 2017 en la consulta del partido liberal, donde ganó con 365.658 votos, una consulta que no solo fue criticada por los costos sino por su bajísima participación, pero además al candidato lo dejaron solo, y fue tan evidente que en su discurso donde aceptaba la derrota al momento de agradecerle a Gaviria como jefe del partido se escucharon rechiflas de los asistentes. Un dato histórico curioso para las elecciones de 1994 el Partido Liberal hizo una consulta que la ganó Samper, quedando De la Calle en segundo lugar y convirtiéndose en su fórmula, lo interesante es el dato numérico, en esa ocasión alcanzó 335.155 votos. Es decir que en 25 años conserva casi el mismo caudal electoral, no ha podido llegar al medio millón.

Jorge Antonio Trujillo y Fredy Obando: con una casi nula exposición en medios, el Pastor logró 75.614 votos lo que significa el 0.39%, esto debería hacernos pensar seriamente en el tema del voto y el liderazgo cristiano, dos fenómenos que hasta cierto punto se comportan de forma independiente. En otras palabras, el voto cristiano es muy disputado por los políticos de grandes partidos, saben que es disciplinado y que pesa en urnas; pero paralelamente los líderes que van solo con esas banderas rara vez consiguen un protagonismo realmente competitivo como para conquistar un cargo uninominal de carácter nacional.

Promotores voto en blanco: 60.312 votos (0,31%) Muchas personas no comprendieron esta figura, ni siquiera existió un ejercicio de campaña fuerte por parte del Partido de reivindicación ética “PRE”, creo muy sinceramente que es una figura innecesaria y valdría la pena volver a discutir si vale la pena sostenerla o no.

Viviane Morales y Jorge Leyva: Esta candidatura se retiró y adhirió a Iván Duque, pero al hacerlo fuera de tiempo su nombre apareció en el tarjetón. Algunas personas no entendieron esta dinámica y finalmente marcaron esta opción que no tenía efecto alguno. Sus votos fueron contados, sacó 41.458 (0,21%). Respecto a este fenómeno y que por fortuna se trató de una votación baja, debo decir que a los candidatos se les debería exigir seriedad con la fecha de retiro y modificaciones de la tarjeta electoral; es un enredo para el elector y un desgaste para las campañas y la registraduría estar explicando este tipo de situaciones, que bien pueden ahorrarse. Además, da lugar a personas malintencionadas que confunden con información falsa para hacer que los votos sean nulos.

¿Qué nos espera?

Es muy probable que nos encontremos con una campaña que nos recuerde eso del “el miedo vs. la esperanza”, pero con un contenido muy distinto que el que escuchábamos en el año 2014. También posible, como dicen algunos, que salga a competir el antiuribismo y el antipetrismo. El “voto en contra” es muy propio de la dinámica de segunda vuelta, al igual que lo son las alianzas, lo que se critica son los saltos mortales, pero se entiende que tanto en ética como en política es válido buscar el mal menor y creo que la reflexión de los votantes que apoyaban a otros irá en ese sentido.

Yo en lo particular voy más lejos, esto no se trata de dos personas o simplemente dos formas de gobernar, sino de dos proyectos de Estado, por eso con la libertad que tengo como ciudadana de expresarme, pero también como estudiosa de estos temas, creo que debemos evaluar con sensatez ese tema del miedo. En otras palabras, es normal que en política entren a jugar las pasiones y se apele a las emociones, pero seamos realistas, lo que hay que evaluar es si el miedo es infundado o no. En mi concepto particular veo con fuerte sospecha la candidatura de Petro, pues, aunque quiera mostrarse algo más moderado, ha tenido posiciones y planteamientos que afectan directamente la institucionalidad del país y la sostenibilidad económica.

Lo he dicho y lo reitero, no comparto todas las posiciones de Iván Duque, en un eventual gobierno seguramente seré crítica de algunas de sus políticas, pero me mantengo firme en mi voto por él, porque creo que Colombia no solamente va a encontrar políticas interesantes, sino que va a conservar la estabilidad institucional que tanto bien le hace a cualquier Estado.

Apostilla: En aras de un mejor ejercicio democrático, valdría la pena preguntarnos por el papel de los partidos políticos en Colombia, creo que con los resultados que se obtuvieron ameritan una revisión interna, que toque la esencia, el sentido.

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Redacción Minuto30

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