Desde el año 1960 hasta el 2015, la población Mundial aumentó aproximadamente en 4.312 mil millones de habitantes, es decir, un poco más del doble. Thomas Malthus a inicios del siglo XIX ya planteaba la inquietud de lo insostenible que es el crecimiento de la población, y afirmaba que la demanda de alimentos en el mundo iba a superar la producción, preocupación aún vigente en el mundo moderno.

Es innegable lo que representó la Revolución Industrial para el crecimiento de la población mundial, y con ésta, el surgimiento de nuevos fenómenos que hasta hoy dinamizan la economía global; es el caso, entre otros, del Petróleo, donde su influencia en la economía toma una gran participación a partir de la Primera Guerra Mundial con el uso progresivo del motor de combustión interna, especialmente del motor Diésel.

Pero es desde la década de 1970 que los expertos en crecimiento y desarrollo económico se han preocupado por la forma en que el desarrollo de la economía está afectando variables tan sensibles para la sociedad como lo son la equidad, la pobreza y el medio ambiente.

Los análisis de la época de los 70´estaban dirigidos a encontrar respuestas claras sobre el legado que esa generación estaba dejando a las entrantes, y cuáles podrían ser las acciones que, como sistema económico, debían contemplar para crecer de una manera más sostenible; es en ese momento que el medio ambiente comienza a ser parte de los análisis económicos al interior del sistema capitalista como una variable significativa.

Erróneamente, algunos inadvertidos relacionan el desarrollo sostenible exclusivamente con los daños ambientales que genera la producción de bienes y servicios, pero ésta es apenas una de las cuatro partes del concepto de desarrollo sostenible, como lo son el social, el cultural, el económico y el medio ambiente.

Por ejemplo, el desarrollo sostenible está fuertemente ligado a la pobreza de los países; cuanto más pobre es una nación más tiende a gastar de sus recursos naturales en busca del desarrollo y el estilo de vida de los países desarrollados; para tal fin, aparecen teorías que sostienen que el mercado es quien asigna eficientemente los recursos, encontrando en ésta la justificación de uno de los fenómenos actuales, el cual, contempla la gran división del trabajo, donde los países en desarrollo explotan y venden sus recursos naturales en pro de sostener la producción y el consumo de los países desarrollados.

Encontrando justificación en lo anterior, Estados Unidos representan el 7% de la población mundial, pero consumen aproximadamente el 25% de los recursos naturales disponibles en el mundo.

La ausencia de políticas públicas que incentiven la diversificación de la producción, ha generado una muy precaria diferenciación de los productos colombianos en el mercado internacional, dejando como producto fundamental en el desarrollo económico del país, la venta de petróleo, con todo lo que esto significa para el medio ambiente.

Gobiernos que han incrementado en más de 4 veces las asignaciones de licencias mineras, políticas que no solucionan de raíz el tratamiento del plástico como elemento altamente preocupante para el desarrollo sostenible, la ausencia de incentivos a importadores de vehículos para estimular la venta de automóviles eléctricos, la falta de liderazgo de la mayoría de sectores para la utilización de energía limpia, entre otros temas alarmantes, hacen que grandes esfuerzos como la ley 99 de 1993 que creó el ministerio del medio ambiente y el Sistema Nacional Ambiental (SINA) que, entre otras, puso freno a la alta tasa de deforestación en el departamento del Chocó, se vean intrascendentes frente a los grandes desafíos que como país afrontamos.

A su vez, es necesario mencionar que desde el gobierno, y con el apoyo del programa de emprendimiento sostenible de las Naciones Unidas, se realizan grandes esfuerzos para incorporar el desarrollo sostenible en las prácticas empresariales colombianas, con empresas que se enfoquen en la eco-eficiencia, de cara al incremento del bienestar social.

Debemos entender la importancia de pensar en el desarrollo sostenible como sociedad, que cada día los emprendedores innoven con ideas que contribuyan a la conservación del entorno, que los gobernantes incluyan en la agenda pública el medio ambiente como activo fundamental a proteger y en general, cada persona tenga la capacidad de aportar desde sus comportamientos a una mejor sostenibilidad ambiental.

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Especialista en Derecho Empresarial
Magister en Economía Aplicada
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Redacción Minuto30

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