«Washington Post» reclama a Obama por mejor trato para Colombia y real apoyo al mandatario electo.

Como el verdadero aliado que merecer ser, o con el trato indiferente y hasta de «enemigo» que le ha dado la administración de Barack Obama y el Congreso de E.U. a Colombia y al gobierno del presidente Álvaro Uribe.

Esa es la pregunta que se hace hoy el editorial del Washington Post al comentar el triunfo electoral de Juan Manuel Santos y el futuro de las relaciones con la Casa Blanca y el legislativo.

El editorial comienza por describir a Santos como un líder pro EE. UU., pro libre mercado, que no tiene interés como Lula -en Brasil- de defender a Irán, que respalda la prensa libre y que rechaza el autoritarismo socialista de Hugo Chávez.

«La pregunta que eleva la elección de Santos es si la administración y los demócratas en el Congreso recibirán a este fuerte y necesitado aliado con los brazos abiertos, o a brazos de distancia, con desdén y una muralla proteccionista como se hizo con su antecesor Álvaro Uribe», dice el diario.

Para poner en contexto, el editorial dice que Uribe se retirará en agosto como uno de los presidentes más exitosos de la historia de Latino América, que paró la economía, fortaleció al Ejército y aplastó a las Farc. Y que, al aceptar la sentencia de la Corte sobre el no a la tercera reelección, deja tras si un sistema democrático sólido.

«Algo que no se sabría de escuchar a los críticos en el Congreso», afirma este diario capitalino.

Según el diario, Colombia, pese a todos sus logros, ha sido tratada más como un «enemigo que un amigo por los demócratas del Congreso, que han reducido la ayuda militar y han trabajado sin pausa para bloquear el tratado de libre comercio».

Mientas tanto, dice el Post, Obama ha estado coqueteando con Lula, y se esfuerza por mejorar las relaciones con Venezuela y Cuba.

«La llegada de Santos ofrece la oportunidad para revitalizar la relación», dice el diario tras sugerir que la aprobación del TLC sería le mejor manera de mostrar que E.U. si apoya a sus aliados en lugar de maltratarlos en Washington.

SERGIO GÓMEZ MASERI