Si bien toda elección presidencial es importante y, en su momento, definitiva, lo cierto es que la de mañana será absolutamente crucial para el fortalecimiento de la democracia colombiana, hoy más que nunca amenazada.

La actual campaña no tuvo la trascendencia y la integridad requeridas, aunado a un exceso de cuestionables encuestas, las cuales habrá sin falta que reglamentar en el futuro. Creemos en el voto responsable que cada uno de nosotros debe depositar. El voto es secreto y tiene que ser decidido en conciencia, no por imposición ni manipulación, ni tampoco por estar con el candidato que indiquen las encuestas.

Presento un breve análisis de los principales aspirantes, con el objetivo de colaborar a decidir de la mejor manera.

Empecemos con el candidato Gustavo Petro: Su campaña se inició con anticipación a la de los otros candidatos, en una conducta que lo caracteriza, la falta de respeto a la ley. Una pregunta obvia ronda el ambiente ¿Si no cumplió sus promesas como Alcalde de Bogotá, puede creerse que sí lo hará como presidente?

Es objetivo decir que quien no pudo con lo menos, lógicamente no podrá con lo más. El sociólogo Efraín Sánchez, el 19 de octubre de 2015, al hacer el balance de la Bogotá Humana, entre otras, anotó “Entre las metas y promesas con alto riesgo de incumplimiento, las más notorias se refieren a movilidad, educación, salud y vivienda”, entonces, puede decirse que para ganar la simpatía de los votantes viene acudiendo al populismo, en una de sus fortalezas, su versatilidad, así dice lo que la gente quiere oír, pese a saber que son ofrecimientos y promesas imposibles de cumplir.

Por ejemplo, el realismo mágico implícito en la construcción de un tren elevado de Buenaventura a Barranquilla.

Sus propuestas económicas, como lo dijera Hernando Zuleta “son atractivas, pero poco viables e incluso indeseables”; agrego que nos conduciría al caos: desde intervenir el Banco de la República, con las nefastas y previsibles consecuencias que ello tendría, especialmente en materia de inflación, hasta apoderarse, literalmente, de los fondos privados de pensiones pasando por acabar con la extracción del petróleo.

El señalamiento de que el carbón, el petróleo y la cocaína producen violencia, muestra como este candidato equipara la legalidad con la criminalidad, con olvido de que la cultura de la legalidad es indispensable para la vigencia del Estado de Derecho.

Pero más allá de los desatinos señalados, lo más grave de Petro es su talante vociferante y provocador, sus amenazas a todos los estamentos del país y su inmensa capacidad de tergiversar la verdad sin ningún escrúpulo. Su discurso es de odio y polarización, se ha rodeado de personas cuestionadas y ha inventado amenazas y golpes de Estado, entre otras cosas, para enardecer a sus seguidores. ¿Qué sería de este país si llegase a la presidencia?

Sergio Fajardo: es el candidato de la coalición Centro Esperanza. Anteriormente, en 2010, fue fórmula vicepresidencial de Antanas Mockus. Ha sido Alcalde de Medellín y Gobernador de Antioquia. Es un candidato de centro. En el informe de evaluación 2006 del proyecto Medellín cómo vamos se identificaron durante su mandato avances en la calidad de educación, en cobertura en salud y disminución de la violencia.

Los números de intención de voto por este candidato se redujeron notablemente, quizás por las investigaciones que se realizaron y por los ataques inclementes que le formulara otro candidato a la presidencia, que al decir de la senadora Isabel Zuleta “nosotros decíamos ‘ya a Fajardo lo quemamos’ y fue una tarea dura hasta la Procuraduría y Contraloría (…)”.

Lado positivo: el resultado de su administración, su visión del país y sus propuestas y soluciones a los problemas con sentido real.

Rodolfo Hernández: Muchas de sus propuestas han sido calificadas de populistas, riesgosas e incluso autoritarias. Poco realizables resultan algunos de sus programas, como el de manejar por decreto “las chequeras para que no despilfarren los recursos públicos en lujos de los politiqueros”; además, realiza afirmaciones sin sustento alguno.

Su estrategia política se compendia en los decretos que afirma dictará, pero, quizás, como sucedió con su gestión como Alcalde de Bucaramanga se trata de crear expectativas que luego no cumple, por ejemplo, su proyecto de infraestructura y vivienda. Actualmente cursan en su contra investigaciones penales por presunta corrupción en el contrato conocido como Vitalogic. También se adelantan averiguaciones disciplinarias.

Todo un contrasentido frente a su discurso anticorrupción. Utiliza un lenguaje vulgar que no es de recibo en un aspirante a la presidencia de una nación. Ha estado negociando alianzas con otros candidatos.

A su favor tiene el haber sido un empresario exitoso y haber reducido a 0 el déficit fiscal en Bucaramanga.

Federico Gutiérrez: Ante la ausencia de argumentos para oponerse a su candidatura, sus contradictores le tildan, equivocadamente de uribista y, si se quiere, de mala fe. Valga anotar tan solo dos hechos que prueban esa afirmación, en las elecciones a la alcaldía de Medellín en 2015 derrotó al candidato del Centro Democrático y en el plebiscito por los Acuerdos de la Habana voto sí. Fue concejal y Alcalde de Medellín.

Su campaña carece de una adecuada estructura y por el camino ha tenido que recomponer las cargas. Habla un idioma que encanta a los jóvenes pero molesta algo a los viejos; evita las confrontaciones y se le conoce como una persona “bacana” y resiliente.

Se ha mostrado muy cercano a los ciudadanos, teniendo mucho contacto con la gente común de una manera que ningún otro candidato lo ha hecho, ni siquiera Petro, pues él no se baja de la tarima desde la que pronuncia sus discursos. Ha presentado una amplia propuesta de gobierno que cubre todos los temas importantes, bajo el lema “Orden y oportunidades para reducir la pobreza y construir un país desde las regiones con la gente”.

De su gestión en la alcaldía da cuenta el margen de favorabilidad de su gobierno, 85.8%, además del reconocimiento por hacer de la seguridad su bandera, el apoyo para el crecimiento de la educación y la creación de empresas, entre otras.

Enrique Gómez Martínez: es el candidato de Salvación Nacional, partido que fundara Álvaro Gómez Hurtado, de quien es sobrino. Se encuentra a la derecha del espectro político.

En cuanto al candidato, siendo abogado, está muy preparado y tiene amplia experiencia en derecho civil, comercial y administrativo y ha sido asesor corporativo y litigante. Presenta como bandera una reforma a la justicia sin duda necesaria. La gran prensa le negó completamente el acceso durante los primeros meses de campaña, como también sucedió actualmente con los debates a los cuales no se le invitó.

El acuerdo sobre lo fundamental es la apuesta de este candidato.

De los candidatos mencionados y de aquellos que están en la contienda electoral se elegirá el próximo presidente de Colombia. La Registraduría tiene el deber y la obligación de no cometer yerros en la salvaguarda y defensa de los votos, debe darle total transparencia al proceso y su interés debe ser únicamente la protección de la democracia y del Estado de Derecho.

Por eso, sorprenden los serios reparos que se le formulan a la inscripción de testigos electorales por las campañas y su acreditación por la Registraduría. Aún se cierne la inseguridad y la incredulidad originadas por las diferencias que se presentaron en las pasadas elecciones legislativas entre el preconteo y el escrutinio, las que aún no han sido válidamente explicadas.

En conclusión, es tiempo de reflexionar y votar en conciencia para lograr el país que todos deseamos. El cambio debe ser para mejorar que no para caer en el vacío, como venimos observando sucede en países vecinos. Después será tarde y no podremos decir que no estábamos advertidos.

@HenaoBernardo

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Redacción Minuto30

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