Ayer lo visité por segunda vez. Tal como en la primera ocasión al ver aparecer su figura se siente la grandeza de su ser, más que por su estatura, que rebasa la mía por varios centímetros, creo que es por la gloria de tantas luchas y tantas batallas ganadas que carga en su memoria.
Su expresión un poco cansada, no sé si por interrumpirle su siesta después del almuerzo o por los problemas que le agobian, me hizo recordar la desigualdad con la que libra su actual batalla.
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