El profesor francés invidente Alban Tessier (d), habla en rueda de prensa en el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia, en La Paz (Bolivia). EFE
El profesor francés invidente Alban Tessier (d), habla en rueda de prensa en el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia, en La Paz (Bolivia). EFE
El profesor francés invidente Alban Tessier (d), habla en rueda de prensa en el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia, en La Paz (Bolivia). EFE

El profesor francés invidente Alban Tessier (d), habla en rueda de prensa en el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia, en La Paz (Bolivia). EFE

El frío, la nieve y los vientos fueron obstáculos que el francés Albar Tessier, un profesor invidente, tuvo que vencer para atravesar en una semana 140 kilómetros en el salar boliviano de Uyuni, el más grande y alto del mundo.

En una rueda de prensa celebrada hoy en el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia, Tessier contó su experiencia en el mayor desierto de sal del mundo, al que definió como «maravilloso» y que le sirvió para demostrar que las personas pueden «vencer sus límites» y salir de su zona de confort.

El francés relató que se preparó durante tres años para realizar esta travesía de riesgo, en los que estudió la geografía del salar y tuvo la oportunidad de hablar con otros que también lograron efectuar esa aventura, para recoger sus consejos.

Durante su comparecencia ante los medios mostró el equipo que le sirvió para hacer el particular viaje: una carpa, un pequeño carro a ruedas y unos cuantos bastones guía.

«La travesía fue bastante buena, hubo algunas dificultades los tres primeros días», indicó.

Uno de los momentos más complicados se produjo en la noche del segundo día del recorrido, cuando uno de los anclajes de la carpa se soltó y tuvo que sujetarla él mismo permaneciendo en su exterior hasta las cuatro de la madrugada, aseguró.

Tessier relató que tenía «una mano sobre la carpa» para que no se volara y la otra con el teléfono por satélite para hacer una llamada en caso de mayor urgencia.

«Cuando el viento se calmó pude descansar algo, pero fue muy corto tiempo porque luego comenzó a nevar«, complementó.

Los fenómenos naturales en el salar sorprendieron a este explorador francés, que no comprendía cómo la nieve se mantuvo en la zona en la que acampó y no así unos metros más allá donde la superficie de sal se mantenía sin nevada.

Una de las noches a la intemperie nevó tanto que tuvo que salir de la carpa continuamente para evitar que la acumulación de nieve la tumbara.

«Aquel día estuvo nevando hasta las dos de la tarde», recordó.

Este desierto de sal está situado en la región andina de Potosí, en el suroeste de Bolivia, a unos 3.650 metros sobre el nivel del mar.

Inicialmente el francés planificó su recorrido para efectuarlo entre el 17 y 23 de julio, atravesando el salar de un extremo a otro, unos 140 kilómetros entre los pueblos de Llica y Colchani.

Justamente después del tercer día le alertaron sobre algunas tormentas que se iban a producir, por lo que fue evacuado provisionalmente a Colchani para pasar la noche y luego retomar su andar en el mismo punto en el que se había quedado.

«Los días siguientes pude ir mucho más rápido e incluso caminar hasta 26 kilómetros» diarios, señaló.

Tessier, que está a punto de perder la totalidad de su visión, destacó que el desafío que encaró es también un mensaje a las personas que como él padecen de alguna limitación física u otra discapacidad.

«Hay que seguir viviendo y no ensimismarse», recomendó.

El desafío fue apoyado por una asociación de personas ciegas de su país y por la agencia turística boliviana Alma Turismo, mientras que el Ministerio de Culturas y Turismo gestionó las condiciones para garantizar su seguridad y salud durante el trayecto. EFE

Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio