La libertad de prensa y la libre expresión son instituciones vitales para la democracia, conviene analizar el alcance de estas libertades pues algunas sensibilidades políticas han hecho parecer que la libertad de prensa se configura en el aval para que una empresa de medios pueda intervenir impunemente en la actividad política sin que pueda controvertirse su línea editorial sin incurrir en la vulneración de esos derechos.

Las empresas de medios como El Colombiano son aparatos de construcción de verdad, una estructura privada al servicio de los intereses de sus dueños que fabrican las verdades a la medida de esos intereses, la verdad es una construcción social que no solo proviene de los hechos sino de la interpretación que hacemos de ellos y de la credibilidad de las fuentes que la obtenemos. El negocio de estas empresas es la credibilidad, de esta depende que lo que digan sea verdad, sin importar el nivel de confirmación o corroboración.

Ese medio, como parte del engranaje que ha monopolizado la riqueza y los espacios de decisión política ha emprendido una cruzada, más política que periodística, en contra de la administración de la ciudad con el propósito de afianzar sus audiencias y minar la confianza de los ciudadanos en una administración que no controla. En ese orden de ideas ha atacado a funcionarios y programas administrativos reiterada y tendenciosamente, El Colombiano tiene un claro conflicto de intereses cuando de la administración municipal se trata y debería al menos declararlo antes de poner en sus páginas información con pretensión de verdad.

En esta lógica, las acciones políticas editoriales del periódico tienen respuestas también políticas y enérgicas. Estas acciones de los blancos de los ataques han sido presentadas como ataques a la libertad de prensa, cuando son una respuesta, tal vez en el mismo tono, en el que se reciben.

No puede confundirse el respeto por los derechos a el silencio frente a la línea editorial de los medios, son cosas distintas, el periódico El Colombiano ha puesto en discusión su propia credibilidad actuando como un actor político en el contexto regional, no tiene sentido enarbolar la libertad de prensa para dotar de objetividad lo que por naturaleza es tendencioso.

Este debate que tiene a la ciudadanía en medio requiere especial atención ciudadana, pues es a la audiencia a la que corresponde hacerse a sus propias conclusiones sobre los eventos que ocurren y la forma en la que se relatan, quisiéramos que la línea editorial de las empresas de medios estuviera sobre la mesa sin pretensión de objetividad para que hicieran más fácil la tarea de los ciudadanos para formarse una opinión. Pero es la realidad que tenemos, debemos apelar a la conciencia crítica de las audiencias.

Posdata: Comparto una definición de la RAE de Pasquín:

  1. ElSalv.,Nic.,Ur. y Ven. Diario, semanario o revista con artículos e ilustraciones de mala calidad y de carácter sensacionalista y calumnioso.

Saquen ustedes las conclusiones.

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Redacción Minuto30

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