El Concejo de Medellín y la Asamblea Departamental de Antioquia en pleno firmaron sendas comunicaciones dirigidas al Presidente Santos, solicitando mantener las acciones que la Nación posee en ISAGEN. Dos voces que hacen eco del casi unánime rechazo a la absurda decisión del Gobierno Nacional.

Jorge Gómez

Jorge Gómez

Es inadmisible que se pretenda vender una empresa con alta rentabilidad, que transfiere año a año importantes utilidades al Estado y sirve como un eficiente instrumento regulatorio para la fijación de las tarifas, pero imponer un comprador extranjero, es una auténtica traición a la patria.

Desde luego los foráneos no se podrán llevar las represas o las casas de máquinas del país, como algunos defensores de la venta caricaturizan nuestra oposición. Pero imaginen el momento en que los administradores deban decidir en un conflicto de interés entre la Nación colombiana y los forasteros dueños de la empresa. Estos, obviamente, privilegiarán los de sus patronos por encima de los de Colombia.

La generación, distribución y comercialización de energía en Colombia se funda en preceptos neoliberales: todos los días el sistema interconectado recibe ofertas de suministro que son aceptadas o rechazadas de acuerdo a las “necesidades del mercado”.

En ese escenario, el día que un generador extranjero decida no desembalsar y guardar energía para cuando las tarifas estén al alza, por ejemplo con una escasez de agua a la vista, se rehusará a hacerlo aunque el país lo requiera. ¿Por qué? Pues porque así obtendrá una mayor rentabilidad y los Tratados de Libre Comercio se la garantizan a los inversionistas extranjeros, a tal punto que cualquier disposición que se las restrinja, dará lugar a demandas por “indemnización indirecta”.

Por eso vender ISAGEN es un doble despropósito. O triple si se considera que los dineros de la venta serán destinados a otorgar créditos subsidiados a los concesionarios de las carreteras denominadas 4G, para resolverles el grave problema que hoy los aqueja: los bancos comerciales se niegan a otorgarles crédito para hacer los proyectos con los plazos y tasa de interés que requieren para efectuar los cierres financieros. Si la banca privada no lo hace, el generoso doctor Santos con la platica de ISAGEN, que es la de los colombianos, ¡está presto a hacerlo!

Mejor le fue al hombre que mató la gallina de los huevos de oro para buscar en su entraña la “máquina” que los producía. Al menos en la fábula el ambicioso propietario se quedó con algunos huevos e hizo un suculento sancocho. Santos venderá la preciada ave a la competencia extranjera y el fruto de la venta se lo va a regalar a los concesionarios de carreteras, los cuáles para la obra pública vienen siendo lo mismo que las EPS para la salud: intermediarios parásitos.

A Medellín lo han puesto a decidir qué hacer con 13% que EPM posee en ISAGEN. El Alcalde y el Gerente de la empresa alegan que si no se vende ese paquete accionario, quedaríamos a merced de un socio dominante, el cual nos podría comer vivos. Desde luego cualquier cosa podría pasar, pero como aún no se ha terminado el partido entre el Gobierno y quienes nos oponemos a la venta, EPM y el Municipio de Medellín harían muy mal al facilitar las cosas al Gobierno. Autorizar la venta desde ya, sería algo así como marcar un autogol poco antes de acabarse el partido.

Lo recomendable, efectivo y digno en estos momentos es pararse en la raya y acompañar a la opinión mayoritaria opuesta a la venta para dar al traste con ésta. Si el Gobierno gana la partida será con el conocimiento de que hubo una ciudadanía que lucho por mantener uno de los pocos bienes públicos rentables. Y también en el entendido de que el comprador, si es que se salen con la suya, está obligado a comprar a los minoritarios sus acciones al mismo precio que le pagó al Gobierno en los 60 días siguientes. Por eso no hay afán. Amanecerá y veremos.

Y si el Municipio deja de lado el culiprontismo, podría valorizar sus acciones en ISAGEN. El inversionista extranjero que adquiera el 57% no la tendría fácil con ese solo porcentaje; el código de buen gobierno que aprobó la Nación para colmar de garantías a los actuales socios privados y minoritarios de ISAGEN, se convierte en una traba para quien adquiera la mayoría accionaria. La mayoría simple podría ser insuficiente para cambiar rápidamente toda esa maraña de obstáculos que hoy hacen que la minoría tenga una especie de poder de veto y se convierta en mayoría. Otro cantar sería si a las acciones de la Nación le suma otro 13% de manera simultánea, totalizando un 70%, así las cosas le serían menos complicadas.

Señores Concejales, señor Alcalde, señor Gerente de EPM: consideren que hacer resistencia colectiva contra la venta de ISAGEN desde Antioquia puede producir un efecto multiplicador que levante a todo el país contra tan abominable decisión y por qué no, producir la chispa que le de inicio a un portentoso movimiento ciudadano en defensa del patrimonio público y la soberanía nacional que derrote a Santos y a sudragacolero y fondomonetarista Ministro de Hacienda.

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Redacción Minuto30

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