Así en la Constitución de su país esté estipulado que le van a garantizar educación, salud, vivienda, etc., solo hay tres derechos que son permanentes e inalienables a cualquier ser humano en cualquier parte del mundo solo por el hecho de nacer, sin importar raza, género, condición, religión, etc.; y que obligatoriamente deben ser garantizados y respetados a toda costa, así los políticos en su país se quieran hacer los de la vista gorda.

Inalienables, como lo planteó por primera vez el padre del liberalismo clásico John Locke, quiere decir que nadie puede renunciar a sus propios derechos ni vulnerar los de los demás. Y ese hecho, es uno de los dos únicos planos en donde estaríamos en condición de igualdad. El segundo, es ante la ley, que aunque no en todas partes se garantiza, siempre se debe defender.

¿Y entonces cuáles son esos tres?

El derecho a la vida, el derecho a la libertad y el derecho a la propiedad privada. ¿Tan poquitos? Se preguntará usted. Sí, qué vaina, pero solo esos tres son los que marcan la parada.

De ahí para adelante no deberían llamarse derechos, puede llamarlos “programas o servicios sociales”, “proyectos”, “planes”, “talleres”, si quiere; pero derechos no son. Y antes de que empiece a insultarme (como raro), deme el chance de explicarle.

Con el derecho a la vida, significa que usted tiene derecho a conservar, defender y procurar su vida; pues es a través de ella, como usted puede realizar sus proyectos y ser feliz donde sea. Con el derecho a la libertad usted se puede expresar, comerciar, trabajar, movilizarse, resistir a la opresión, casarse, votar, estudiar, participar, pensar como quiera, creer en lo que quiera y decidir como mejor le parezca.

Con el derecho a la propiedad privada, que parte de su propio cuerpo e integridad, significa que usted puede adquirir con su esfuerzo viviendas, carros, viajes; puede profesionalizarse, ahorrar, invertir y acumular objetos desde el día que nace hasta el día que muera. Ese cúmulo de cosas le pertenecen a usted y nadie se los puede quitar; claro, si usted los quiere donar o regalar, eso es otro cuento, pero nadie debe vulnerar su derecho a conservar lo que usted ha producido y quiere seguir produciendo.

¿Y sabe qué es lo más curioso de esos tres derechos? Que son los más violados en el mundo entero; en especial el derecho a la propiedad privada, pues los gobiernos arremeten constantemente contra ese derecho, con el fin de conseguir los recursos para decir que van a garantizar los derechos que no son derechos. Lo peor es que la mayoría de las veces o casi siempre, se los roban y no cumplen con eso que prometieron.

Y así, el acceso a la educación y a la salud por ejemplo, que se hacen pasar por derechos, requieren de la renuncia previa a alguno de los que sí son derechos, como su salario e ingresos (propiedad privada), para que puedan ser otorgados; pero nunca queda claro y mucho menos estipulado, quién debe renunciar a ciertos derechos para otorgar los otros, y por eso, no deberían llamarse derechos.

¿Y con esto estoy diciendo que se deberían eliminar todos los impuestos? No. Por supuesto que no, pues ninguna nación sobrevive sin ellos, aunque en realidad sean un robo. Se deben bajar para que se promueva la creación de riqueza que pagará los dos únicos servicios que el Estado en cabeza de los gobiernos debe garantizar, los cuales son: Seguridad y Justicia.

Seguridad que garantice la soberanía del territorio y de los tres derechos inalienables de cada ser humano. Y justicia que castigue a los que quieran vulnerar alguno de los derechos de los demás, así como también para aquellos que adquieran bienes y servicios de manera ilegal.

Entonces, teniendo en cuenta que los derechos son solo tres, debe saber que estos no excluyen los problemas que quedan por resolver. Y es allí donde entran los deberes, que por supuesto son más de tres y que son fundamentales para que se le pueda hacer frente a los que no son derechos, sino “programas o servicios sociales”.

Aquí le cuento algunos de los deberes que usted y yo tenemos para que problemas como la pobreza puedan ser resueltos y la humanidad avance con firmeza.

Primero. Usted tiene el deber de responsabilizarse de su propia vida y no llenarse de excusas. Lo que haga o deje de hacer es culpa suya y de nadie más. El Estado y los gobiernos no son los que deben determinar su futuro ni su voluntad de progresar.

Segundo. Usted tiene el deber de ser útil para la sociedad. Pues de lo contrario, usted estorba y se convierte en una carga para los demás. El psicólogo Jordan B. Peterson dice que cuando usted es inútil, es más difícil que se tolere a usted mismo, y por lo tanto, es muy fácil herirlo. Eso lo llevará a mantenerse depresivo y como resultado va a tener que acudir al Estado para que le garantice servicios de salud, uno de los derechos que no son derechos.

Tercero. Usted tiene el deber de crear riqueza y ser responsable en cómo la maneja. Pues la riqueza es necesaria no solo para suplir sus necesidades y sueños, sino también para generar empleo y resolver problemas que se presenten en el proceso. Eso sí, también debe buscar ser el mejor en lo que haga, sin que lo intimide su competencia; ya que, entre mejor usted sea, no solo generará más riqueza, sino que también podrá ayudar a los que no tienen la destreza para proveerla.

Cuarto. Usted tiene el deber de enseñar valores morales y éticos a los suyos y a todos los que se crucen en su camino. Pues el día que alguna de esas personas se vuelva útil y genere grandes riquezas, esos valores le permitirán ser correcto en su actuar y ayudar con honestidad a la humanidad.

Quinto. Usted tiene el deber de dar buen ejemplo. Pues entre más existan personas así, menos impuestos tocará pagar ya que habrá más gente resolviendo problemas con integridad y no habrá necesidad de invertir tanto en justicia y seguridad. Suena raro y algo utópico, pero puede llegar a pasar.

Sexto. Usted tiene el deber de aprovechar y explotar cada uno de sus talentos para ponerlos al servicio de los demás. Sin importar qué tan pequeño o qué tan grande sea su talento, todos tienen la capacidad de resolver un problema en especial. Y si cree que no tienen ninguno, pues use la tecnología y aprenda algo, para que adquiera alguna habilidad que el día de mañana pueda monetizar.

Séptimo. Usted tiene el deber de no envidiar a los demás. Pues el éxito o el hecho de que alguien más tenga mucha riqueza material, física, espiritual, mental o emocional, no quiere decir que usted no pueda alcanzarla. Es decir, el hecho de que su amigo sea millonario, no impide que usted también tenga la posibilidad de serlo, pero debe trabajar y ser constante para ello.

Octavo. Noveno. Décimo… Hay muchísimos deberes más y la lista se puede alargar, pero esto no es la Biblia, por lo que espero que lo principal lo haya podido afianzar.

Me interesa que entienda que si bien la humanidad no puede existir y funcionar sin los tres derechos que le expliqué al comienzo, lo que a usted más le va a traer felicidad, que es lo que todos queremos alcanzar, es la responsabilidad. Es decir, apropiarse de los deberes que le acabo de mencionar, pues son esos los que le darán a su vida sentido y lo harán triunfar.

Sepa que lo que yo le planteo acá, no es la verdad absoluta, pues para mí el único que la tiene es Dios; pero todo lo que le cuento en mis textos, es lo que a me dicta la razón.

Ahora bien, hágase esta pregunta. Usted que quiere ser feliz, ¿prefiere andar en la supuesta comodidad y no hacer nada? o ¿prefiere adquirir responsabilidades y cumplir con los sueños que tuvo cuando era pequeño y estaba convencido de su propio cuento?

@IsabellaWills

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Redacción Minuto30

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