Uramita entre ríos y montañas: Historias de esfuerzo y raíces profundas

Resumen: Un viaje nostálgico a través de la vida de un hombre que creció en Uramita. Descubre cómo la naturaleza y las tradiciones moldearon su vida

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En 1991, mi vida cambió para siempre. Ese año, no solo terminé mis estudios, sino que también despedí a mi padre, un hombre que marcó profundamente mi vida con su ejemplo de trabajo y generosidad. Con su partida, decidí buscar un nuevo camino en Medellín, pero jamás me alejé del todo de las raíces que me formaron en Uramita.

Infancia en Uramita: un mundo de oportunidades y aprendizajes

Mi infancia transcurrió en una gran casa llena de vida, risas y aprendizajes. Desde muy pequeño, ayudaba a mis padres en la panadería, donde aprendí el valor del esfuerzo y la constancia. También desempeñé otros trabajos: fui mesero en los bares del pueblo, recolectaba café, cacao y frutas en las temporadas y, entre otras actividades, me desempeñé como voluntario y líder en varios frentes.

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En mi época de colegio, tuve la oportunidad de formar parte de la banda municipal, donde aprendí a tocar varios instrumentos, una experiencia que me llenó de orgullo y desarrolló mi amor por la música. Además, fundé el grupo Scout del pueblo, inculcando valores de cooperación y respeto en muchos niños y jóvenes. También colaboraba de manera voluntaria en el hospital local, ayudando en todo lo que fuese necesario, y representé al municipio en los torneos de baloncesto como parte del equipo oficial, dejando en alto el nombre de Uramita en cada cancha.

Nuestra casa era un verdadero paraíso. Teníamos un solar lleno de frutas y verduras que cultivábamos con esmero, gallinas y patos que llenaban de vida el patio, y un pequeño laguito donde criábamos peces. Por la parte de atrás pasaba un río, donde disfrutábamos actividades como bañarnos, embarcarnos río abajo desde puntos más altos hasta llegar al pueblo, y compartir momentos inolvidables en familia. Las noches, además, eran mágicas: el sonido melodioso de las ranas, grillos, murciélagos y, de vez en cuando, el “currucutú” de una lechuza, creaban una sinfonía única que parecía contar historias al calor de la oscuridad.

Uramita hoy: diversidad y riqueza natural

Hoy, Uramita sigue siendo un lugar único. Con sus 42 veredas, el municipio abarca una gran diversidad de paisajes, climas y formas de vida. Su clima cálido, con temperaturas que oscilan entre los 24 y 28 grados centígrados, es perfecto para el cultivo de productos como el café, el plátano, el cacao y el maíz, que son pilares de nuestra economía.

La población, cercana a los 8,000 habitantes, mantiene la esencia de una comunidad trabajadora y solidaria, donde las tradiciones y el respeto por la naturaleza son parte fundamental de nuestra identidad.

Reflexión final: conservar y valorar lo nuestro

Cuando miro hacia atrás, no puedo evitar sentir gratitud por esos años de esfuerzo y conexión con la naturaleza en mi Uramita natal. Aquella casa grande, con su solar, su pequeño laguito y su río, era más que un lugar físico; era una escuela de vida.

Hoy, más que nunca, debemos valorar y proteger las riquezas que nos ofrece nuestro entorno. Las tierras de Uramita no solo son fértiles para el cultivo, sino también para los sueños de quienes aquí vivimos.

Invito a todos a reflexionar sobre cómo nuestras raíces nos moldean y cómo podemos aportar al crecimiento de nuestro pueblo. Uramita, entre ríos y montañas, seguirá siendo un símbolo de esfuerzo y esperanza.

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Redacción Minuto30

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