La espera para ser repatriados terminó este miércoles para cerca de 300 de los casi 1.200 españoles que llevan 10 días confinados en Perú a la espera de un vuelo que los lleve a casa, tras verse afectados por el cierre fronteras decretado por el Gobierno peruano para frenar el avance del COVID-19.

Después de largos días de incertidumbre y pendientes de negociaciones de tira y afloja entre ambos Gobiernos, el Ejecutivo de Perú dio permiso para que aterrizara en Lima un avión de la aerolínea Iberia que permitirá a muchos de ellos reencontrarse con sus familias y reanudar sus vidas.

Buena parte de este variado grupo, formado por familias con niños, estudiantes y personas de la tercera edad, se encontraban en Cusco, la antigua capital del imperio incaico y paso obligado para ir a visitar Machu Picchu, cuando el 15 de marzo el presidente de Perú, Martín Vizcarra, anunció una cuarentena general obligatoria y el cierre de todas sus fronteras.

La medida, anunciada inicialmente para 15 días, provocó la cancelación de sus vuelos de retorno a España y los forzó a permanecer en las habitaciones de sus hoteles y hostales, confinados en ellas y limitados a salir muy esporádicamente para comprar algo de alimentos o medicamentos.

UNA FRUSTRACIÓN CONTENIDA

«Volvimos a Cusco de visitar Machu Picchu y a la mañana siguiente ya no nos dejaron ver más la ciudad», comentó a Efe Ciriaco Urtasun, miembro de un grupo de 26 vascos que desde primera hora de la mañana formaba parte de la extensa cola afuera del consulado de España en Lima para abordar los autobuses que los llevaban hasta el avión.

«Ha sido un poco frustrante», confesó Urtasun, con cuyo grupo primero trató de salir de Perú por Bolivia, «pero a los 6 u 8 kilómetros pararon el autobús».

Después lograron in extremis pasajes de avión para Lima y se recluyeron en un hotel, donde las alarmas saltaron después de que una de sus compañeras presentó algunas décimas de fiebre, con la sospecha reinante de que pudiera ser el COVID-19.

«Entonces ya nos confinaron en la habitación. Desde el viernes hemos estado en la habitación todo el tiempo», recordó Urtasun, cubierto con su chapela (boina) y deseando reencontrarse con su familia en Galdácano (Vizcaya).

RECLUSIÓN Y ANGUSTIA

Para Luisa Gutiérrez, una cántabra que viajaba por Perú con un grupo donde también había extremeños, andaluces y madrileños, «ha sido un poco angustioso». «Estuvimos recluidos en el hotel y la espera ha sido muy angustiosa. No hemos salido para nada, pero nos han tratado muy bien», señaló.

Esa angustia alcanzó su momento álgido cuando este primer vuelo, que se había programado para el domingo pasado, fue cancelado después de que repentinamente el Gobierno de Perú anunció que desde ese mismo día solo aceptaría vuelos de Estado, fletados por los Gobiernos.

Hasta entonces los vuelos de repatriación eran coordinados con las respectivas compañías aéreas para recoger a los pasajeros que tenían pasaje con ellos y, si quedaban plazas libres, estas se ponían a la venta.

Sin embargo, el Consulado de España en Lima informó que el vuelo de este miércoles es una reprogramación del cancelado el domingo, por lo que operó bajo el mismo esquema, donde hubo prioridad para los pasajeros que tenían su retorno a España con Iberia.

DÍAS LARGOS E INCERTIDUMBRE

Así pudo volver junto a su pareja Francisco Gallardo, de Huelva, a pesar de que su billete de retorno era «para una fecha más lejana».

«Visto lo visto decidimos volverme a España», comentó Gallardo, que tuvo que alquilar un apartamento cerca del aeropuerto de Lima después de que los precios en el hostal donde estaba se dispararon con la cuarentena.

«Estos días se han hecho bastante largos. No llegaban noticias de España y aquello está cada vez peor. Yo que ni siquiera tengo móvil. No podía entrarme de lo que estaba pasando. Menos mal que al final se han puesto de acuerdo los Gobiernos», valoró.

Pese a estar ya subidos en los autobuses que los llevarían al aeropuerto, muchos todavía no daban por seguro su retorno a España hasta aterrizar en Madrid, como Irene Díaz y Asier Cazón, una joven pareja de San Sebastián que pasó estos diez días alojados en la casa de una familia peruana que conocieron durante su viaje.

«Estamos ya un poco más tranquilos, pero yo aún tengo los nervios a flor de piel. Solo quiero entrar a ese avión y verlo despegar, porque aún no nos lo creemos», admitió Díaz.

OTRAS NACIONALIDADES EN EL VUELO

En el vuelo también había unos 50 pasajeros de otras nacionalidades europeas que tenían billete de retorno contratado con Iberia, como la británica Maggie Doyle y su familia, a quienes el cierre de fronteras los tomó en Puno, la principal ciudad peruana a orillas del lago Titicaca.

Aunque el Gobierno británico también está organizando vuelos de repatriación para sus ciudadanos, la embajada les recomendó viajar con Iberia para después llegar a Londres, según comentó a Efe.

De momento quedan todavía en Perú más de 900 españoles, de ellos más de 200 en Cusco, que han solicitado formalmente al consulado ser repatriados, aunque de momento todavía no hay información de más vuelos de repatriación de Lima a Madrid.

Perú es uno de los países que más rápido y de manera más drástica ha reaccionado a la crisis del COVID-19, cuyo primer caso se confirmó el 6 de marzo desde el día 15, cuando ya había evidencia de 71 infectados, ordenó la cuarentena, toques de queda nocturnos, cierre de fronteras y prohibición de transporte interprovincial de pasajeros.

EFE

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Minuto30 Agencias

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