Si los males de Colombia se limitaran a una reforma a la Policía Nacional, estaríamos tranquilos: una reforma no es cosa mayor, y nuestro congreso es experto en reformas; si los problemas de Colombia se solucionaran con una simple reforma a la Policía, como institución centenaria y querida que es, los niños serían felices en sus casas y en sus escuelas cantando los versos de Pombo y gozando los cuentos de Andersen; los jóvenes seguirían con el alma blanca de niño y el corazón repleto de ilusiones, e irían rebosantes de valores al colegio y a la universidad en busca de los anhelados ser y saber; si los males de Colombia se acabaran con un decreto de reforma a la Policía Nacional, los mayores estaríamos dedicados a nuestros hobbies y a recorrer, reconocer y amar mucho más a nuestra patria; si tan sólo fuese asunto de una reforma a la Policía, nuestros adultos mayores esperarían dulcemente a la muerte, con el corazón rebosante y la mirada limpia que da el deber cumplido y los años bien vividos.

Si los problemas de Colombia se acabaran con una reforma, seríamos hermanos de Dinamarca, Suecia, Noruega o Nueva Zelanda. Hace ya bastantes años el maestro Darío Echandía nos advirtió que “no estamos en Dinamarca, sino en Cundinamarca”. Pero no hemos querido entenderlo; ni siquiera escucharlo. Los males de Colombia son muchos; antes que el coronavirus nos ordenara tapabocas, ya lo teníamos puesto en los ojos, y así, en 210 años de vida republicana, no hemos podido combatir los virus que tienen enferma a nuestra sociedad.

¡La sociedad somos todos! Una definición elemental de sociedad, para no recurrir a Max Weber, Harriet Martineau, Alexis de Tocqueville, Auguste Comte, Michel Foucault, Bronislaw Kasper Malinowski, Goffman, Mead, o a decenas de Académicos, es la que nos da el sabelotodo Google: “Sociedad es el conjunto de personas que se relacionan entre sí, de acuerdo a unas determinadas reglas de organización jurídicas y consuetudinarias y que comparten una misma cultura o civilización en un espacio o un tiempo determinados”.

La palabra (sociedad) proviene del latín societas, que significa asociación amistosa con los demás. “El concepto de sociedad supone la convivencia y la actividad conjunta de los individuos de manera organizada u ordenada, e implica un cierto grado de comunicación y cooperación”. Esta es otra definición elemental y práctica.

Si los miembros de una sociedad no necesariamente se deben conocer entre sí, pero deben corresponder a un conjunto de valores y normas compartidos, entonces no es la Policía, únicamente, la que requiere una reforma; es toda la sociedad colombiana; todas las instituciones: hace mucho que la institución llamada Ministerio de Educación Nacional, es caduca; que no está formando al ciudadano para la paz, la producción, el conocimiento, el mercado y la felicidad personal, familiar y social: ¿Desde cuándo se viene pidiendo una reforma a la educación? La Iglesia misma, como institución, ¿no está pidiendo una reforma? Los otros ministerios, empezando por el del Trabajo, ¿no necesitan reformarse? ¿El Ministerio de Agricultura no sabe que millones de colombianos están desamparados y conformando el primer anillo de miseria de la sociedad? ¿Acaso el Ministerio de la Salud puede dormir tranquilo, no necesita reforma, no sabe de sus centenares de muertos? ¿Cuánto llevamos como sociedad pidiendo reformar la administración de Justicia? El Congreso de la República, conformado por 108 Senadores y 171 Representantes, con sueldo de 33 millones de pesos mensuales y un equipo personal asesor de cerca de 50 millones de pesos, ¿sesiona tranquilo para bien de todos los colombianos, o es un triste campo de batalla ideológica y un espectáculo lamentable para nuestros niños y jóvenes?, ¿no necesita reformarse? ¿Qué hay de los individuos que recurren a las juntas directivas para sacar dividendos personales? La institución presidencial ¿representa a todos los colombianos? ¿Los partidos políticos están cumpliendo su tarea de bienestar social o están convertidos en agencias de ganancias particulares? ¿Yo, como ciudadano, no tengo nada para reformarme?

¡Quitémonos el tapabocas de los ojos! En cualquiera de las instituciones colombianas sobre las cuales pongamos interrogación, encontramos que pide a gritos reformas. No es bueno mentirnos: somos una sociedad enferma, que necesita reformarse toda.

Colombia, el país geográfico que goza de dos océanos; el país por donde corre el otrora hermoso rio de la Magdalena, el Cauca hondo que cantaba antaño con ternura Porfirio Barba Jacob, el apacible rio Sinú que enloqueció de amor a Gómez Jattin con sus amaneceres, el Orinoco libertario, el Amazonas desmesurado que enseñó a García Márquez el realismo mágico; toda esta amada tierra de llanos, cordilleras, abras y montes; de páramos que aún violentados nos dan de su agua fresca para saciar la sed del cuerpo; esta Colombia envidiada por el mundo entero en virtud de su fauna y su flora, esta tierra hermosa que se llama Colombia no soporta más guerreristas, más incendiarios, más policías violentos, más gobernantes corruptos, más empresarios gárrulas, más muertes de ingenieros-abogados que recurren a un taxi para ganarse la vida.

Pedir reformas a la Policía Nacional, como única culpable de los males que sufre Colombia como sociedad, no es racional, no es honrado, no es propio de quien dice amar a Colombia. Somos una sociedad, y para serlo, no necesitamos conocernos todos, pero sí debemos responder y respetar todos a un conjunto de valores y normas compartidas.

No necesitamos una reforma a la Policía Nacional; necesitamos miles de reformas a las cientos de instituciones colombianas; en síntesis, ¡una reforma a nuestra sociedad!

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Redacción Minuto30

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