“Para corromper a un individuo basta con enseñarle a llamar derechos a sus anhelos personales y abusos a los derechos de los demás” Gilbert Keith Chesterton

Esa frase resume de manera diáfana y contundente lo que está pasando en nuestra patria a raíz del esperpento que se originó con la constitución del 91 cuando según parece, solo se entronizaron derechos para el individuo y los grupitos de individuos con anhelos similares, inculcados estos en las aulas por unos educadores sesgados hacia una ideología importada y caduca que pretende instaurar sistemas de gobierno en donde desaparece la iniciativa individual y la propiedad privada pero prime el totalitarismo del estado.

Las manifestaciones vandálicas de los últimos días en Suramérica son el resultado de esas tergiversaciones ideológicas de líderes enfermos, iletrados casi todos y de una liviandad suprema en cuanto a sus fundamentos sociológicos, que se quedaron con la somera lectura de un libro escrito por un mantenido que circunscribió al mundo a su pequeño círculo y consideró que la riqueza de su mujer estaba destinada a mantenerlo a él en sus ensueños de justicia social. Ese individuo tuvo una vida desgraciada debido a su nula capacidad de producir ingresos y además disoluta por sus intemperancias libidinosas. Esto lo llenó de los resentimientos que se ven plasmados en sus obras y en su propuesta de que la riqueza no es de quien la produce sino del que la necesita.

El estado natural del orden social apoyado en las teorías Darwinianas de la selección natural y de sobrevivencia de los más adaptables y fuertes, le producía una roncha enorme al inútil de Marx infectándolo hasta el desvarío.

“Quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Hoy en Colombia tenemos al fulano de la bolsa repitiendo como loro amaestrado las tesis del individuo que creció creyendo que los derechos son similares a sus anhelos personales pero que los demás abusan cuando disfrutan de las riquezas obtenidas por medio de su trabajo y su iniciativa individual.

Parece que sufre la misma enfermedad y se ha vuelto contagiosa como la peste negra del siglo XIV que acabó, según algunos estadígrafos, con 100 millones de personas, aproximadamente un 20% de la población mundial de ese tiempo. En su momento no se sabían las causas y de ahí sus expansión incontrolada.

Sabemos de las diferencias de oportunidades y también de las consecuencias de esas diferencias; el mundo ha venido progresando dentro de la democracia cierta hacia la universalización de esas oportunidades que le den al individuo las capacidades para conseguir su progreso. Hay países más avanzados que otros en estos propósitos y es natural que esto suceda pues empezaron desde hace mucho a buscar esa cultura. Allí existen paradigmas de respeto que se inculcan desde el vientre materno y se viven a diario como el deber ser que está inmerso en el individuo de manera natural.

Aquí aún tenemos individuos que consideran que lo que es de otro puede ser mío si se lo quito de cualquier manera; el irrespeto a los derechos de los demás lo defienden esas organizaciones colectivas de individuos cuya concepción del trabajo consiste en que el Estado es el que me debe proveer la satisfacción de mis necesidades, olvidando que ese estado se debe nutrir de los impuestos que se originan con el trabajo de empresarios y otros congéneres que tienen una concepción natural y son más aptos para la supervivencia.

Los maestros con sesgo ideológico están creando parásitos sociales que se expanden como la peste. Esa es la causa y el remedio es sencillo.

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Redacción Minuto30

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