Por simple capricho, grupos al margen de la ley en Colombia, se dedican por estos días a matar policías. Bajo un proyecto denominado “plan pistola” se ha decidido ponerle fin a la vida de compatriotas. El terrorismo en su mayor expresión ha regresado a nuestro país. La inestabilidad institucional ha retornado a Colombia.

Ayer en Bogotá, el defensor del pueblo Carlos Alfonso Negret, anunció que incluso en la capital colombiana se tiene sospecha de la posible ejecución del fúnebre Plan. Una idea macabra que tiene precio: dos millones de pesos por policía muerto.

Hasta ahora, las autoridades no se pueden pronunciar con certeza de quienes son los autores intelectuales de atentar contra la vida de la fuerza pública colombiana. Hay tantas hipótesis, que uno se podría aventurar a definir esta situación como un antojo chantajista contra el Estado.

Sin embargo, lo que sí está claro es que son nueve los departamentos, en los que las autoridades ha detectado la articulación del propósito de ejecutar a los policías: Chocó, Antioquia, Cauca, Nariño, Arauca, Norte de Santander, Cesar, Córdoba, Cundinamarca (Soacha) y en el Distrito Capital Bogotá. Y tan evidente está, que van más de 10 policías asesinados desde que se puso en marcha esta iniciativa terrorista. Un extraño propósito que, lo único que demuestra es la intención de llamar la atención ¡Eh, perdón! Entrar a la negociación. Sí, a la del acuerdo de “paz”.

Y quién no entra a hacer parte de la ejecución de un plan pistola contra la fuerza pública, si quienes lo hicieron en el pasado, hoy, han sido recompensados en los aspectos más sensibles para vivir dignamente: atención prioritaria en salud, oportunidades laborales, tierras, poder ¡Muchas garantías! Que ni siquiera firmando una constitución, se pueden soñar.

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Redacción Minuto30

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