Desilusión, es el sentimiento generalizado, de quienes apoyaron de algún modo, activo o pasivo, el plebiscito, para la dejación de armas de las guerrillas de las FARC-EP, en el marco del acuerdo de paz con el Estado colombiano.

Sin embargo, tanto mal hacen quienes sostienen que el Acuerdo no sirvió para nada, que la situación sigue igual o peor, o que simplemente fue una forma de genuflexión del Gobierno de turno a los alzados en armas, como quienes plantean, que todo es color de rosa, que estamos en el mejor momento, o que dicho acuerdo, fue la intención de paz suficiente, para solucionar los problemas bélicos del país.

Como en pocos escenarios, para el análisis de los avances en materia de paz, es oportuno guardar distancia de los extremos y comentar a partir de visión neutral, desde el centro hacia afuera.

No cabe duda, que existen, han existido y existirán por parte del gobierno nacional, incumplimientos o cumplimientos tardíos y parciales, de lo acordado en la Habana, estos, se traducen, por ejemplo, en la ausencia de protección a excombatientes, en la poca claridad en las rutas para su atención y un oculto pero notorio desinterés, con relación a la implementación de cada uno de los puntos, sin embargo, es innegable, que por muy omisivo y lento, que este siendo el actuar de las autoridades públicas, el más reprochable incumplimiento, es el de aquellos, quienes a la primera oportunidad, regresaron a la clandestinidad y a las armas; ¡Traicioneros!

Mal hicieron en creer, que, actuando de tal forma, golpeaban la institucionalidad del Estado, cuando, por el contrario, golpeaban la confianza ciudadana en la voluntad de paz, no pueden ser calificados, de una forma diferente a traicioneros de la paz, que han decidido ya su propio destino, que se ubica entre la cárcel o el abatimiento legítimo.

Escaso es el ciudadano colombiano, que, a hoy, muestra solidaridad con los comunicados, afirmaciones u opiniones de los traicioneros de la paz, quienes, con justa causa, tienen el reproche social y generalizado, por quienes confiaron el fin de una guerra de millones de muertos, en una negociación consensuada con sujetos políticos, con capacidades probadas, pero mal utilizadas en la mayoría de los casos.

En el otro polo, quienes se han opuesto al proceso de paz desde su génesis, hasta su implementación, han encontrado en la JEP, el caballo de batalla, para desacreditar todo a su paso, negar que la Jurisdicción Especial, es tal vez uno de los acápites del Acuerdo, que mayores avances le ha presentado al país, sería como desconocer, que un par de delincuentes, evadieron el acuerdo, la justicia, la confianza ciudadana, e inclusive, las políticas e ideologías que predicaron sus propios similares.

A la fecha, la necesidad es notoria, por un lado, esfuerzos inminentes del Estado, en medio de un gobierno con fundados reproches en materia de seguridad, por perseguir, capturar y judicializar a los disidentes, de otro lado, mayores esfuerzos por parte de excombatientes, por mantenerse firmes en la intención de paz y sobre todo, en la recuperación de la confianza, que hoy casi la totalidad de la ciudadanía, ha perdido no solo en el proceso, sino en todo lo que se asemeje, se escuche o se vea, como dichas ideologías, políticas o personas.

La Jurisdicción Especial por su parte, tendrá como tarea ineludible, la presentación de resultados claros, independientemente de las incomodidades que genere, y de los ataques que reciba, porque en ultimas, resultó ser el bastión que sostiene las intenciones de paz, no se debe seguir equivocando el ciudadano, la justicia no requiere de apoyos ni oposiciones, le basta el acatamiento y respeto natural, de quienes son sus destinatarios.

Y como existe populismo de derecha y de izquierda, valga decir para los incautos, que no deben dejarse distraer, es claro; la ciudadanía que apoyó la paz, también reclama, la pronta captura y judicialización, de los traicioneros de la paz, esa bipolaridad de discursos, entre amigos y enemigos, desaparece, cuando estamos hablado de los intereses superiores del país, que al final son los intereses de todos.

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Redacción Minuto30

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