tour de francia
EFE/EPA/YOAN VALAT

Rocamadour (Francia), 23 jul (EFE).- El danés Jonas Vingegaard se dispone a ganar el Tour más rápido de la historia, por encima de los 42 kilómetros por hora en una edición sin reposo, con pelea permanente y una velocidad que todos los corredores se conciertan en calificar de endiablada.

El dato lleva a la etapa más oscura del ciclismo, porque deja atrás al de 2005, en el que el estadounidense Lance Armstrong completó el recorrido en 41,654 kilómetros por hora.

Acostumbrado a situarse bajo la sombra de la sospecha, el ciclismo no es ajeno en esta ocasión en la que la edición se cierra como una de las más dinámicas de la historia.

A falta de pruebas de que el resultado responda a motivos ilegales, en la caravana la velocidad es motivo de comentario y afloran algunas explicaciones que pueden dar sentido al nuevo récord.

El Tour no se ha tomado ningún día de sosiego. «Una de las cosas que más me ha impresionado del Tour es la velocidad a la que se rueda», asegura el español Albert Torres, debutante en la ronda gala en la que terminará penúltimo de la general.

La rapidez ha sido una constante contra la que no se ha opuesto ninguna circunstancia. Ni las dificultades del terreno, como demuestran los 48 por hora a los que se rodó en la etapa de los adoquines, reputados por frenar el ritmo de los corredores.

Fue una etapa corta, de 154 kilómetros, con solo 11 sobre los temibles «pavés». Pero también se rodó rápido al día siguiente, con casi 220 kilómetros que el ganador, el esloveno Tadej Pogacar, completó a una media de casi 50.

«¿ALGUIEN TENÍA QUE TOMAR UN VUELO?»

«¿Alguien tenía que tomar un vuelo? Esa media no ha hago yo ni en moto», bromeaba en meta el siempre gracioso Rigoberto Urán sobre el ritmo desenfrenado de la carrera.

Su compatriota Nairo Quintana reconoció que fue «un Tour exageradamente rápido», mientras que el ganador virtual, el danés Jonas Vingegaard, confirmó que «hubo muchos ataques y eso aceleró el ritmo».

Una efervescencia que hizo más plástica la carrera, pero también más dura.

En varias etapas el viento sopló de popa y el pelotón rodó rápido, una circunstancia que explica el elevado ritmo. El tour ha ido de oeste a este y en esa región de Francia se benefició de viento favorable. A ello se suma que el clima ha sido favorable, sin apenas lluvia, lo que ha permitido rodar sin cortapisas.

La primera semana, cuando las piernas todavía estaban frescas y todavía no había llegado la alta montaña, se completó a una media de 45 por hora.

La forma de correr del Jumbo, menos propicio a controlar la carrera de principio a fin, también ha contribuido a acelerar al pelotón.

Los ciclistas del equipo holandés, en particular el belga Wout van Aert, han participado en las escapadas, en una táctica novedosa que también ha llevado a que se rodara más rápido. En varias etapas, los ciclistas han completado 55 kilómetros en la primera hora de carrera.

A todo ello se suman las evoluciones técnicas y de preparación, que contribuyen a incrementar la velocidad.

Las bicicletas incluyen cada vez más elementos científicos que hacen que el ritmo se incremente, desde los nuevos neumáticos, las llantas al diseño y los materiales de las bicicletas.

Si en el pasado las bicis de montaña tenían que optar entre peso y aerodinámica, en los últimos años las evoluciones técnicas han permitido ganar segundos en ambos sentidos y permiten cuadros menos resistentes al viento al tiempo que cercanos al peso mínimo autorizado por la Unión Ciclista Internacional (UCI), 6,8 kilos.

Los corredores se benefician también ahora de preparaciones más específicas y eso hace que estén más preparados para correr.

Luis Miguel Pascual

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