Mientras para el Gobierno las manecillas del reloj marchan aceleradamente hacia el cumplimiento de las fechas electorales y las demandas ciudadanas, a través de las encuestas, para las Farc el cronómetro parece detenerse o en algunos casos moverse en sentido contrario. El Gobierno pretende que el conflicto termine antes de noviembre; mientras tanto, las Farc repiten «que no le jalan a una paz express». Mmm… Saben que Santos los quiere utilizar para sus fines reeleccionistas.

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Presión.

Finalizando 2012, quizás en una táctica gubernamental para presionar resultados, Enrique Santos Calderón, el hermano mayor del Presidente, declaró: “Creo que para Semana Santa debe haber salido siquiera el primer punto». Esta frase bastó para que Mauricio Jaramillo, guerrillero-jefe, le ripostara a Santos lo que dejó al desnudo las serias diferencias de la visión que las partes tiene del conflicto.

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Cosmética.

Mientras el Gobierno quisiera ponerle fin al conflicto rápidamente; desmovilizar a las Farc y ponerlos a hacer política sin profundizar ni en la forma, ni en el fondo, la guerrilla quiere tomarse su tiempo; no gasta afán; no habla de desmovilización sino de reincorporación; no quiere entregar las armas; prefiere hablar de «dejación de armas» y como si fuera poco, exige un cambio en el modelo de desarrollo económico y social del país. Es decir, la subversión exige discutir el modelo de tierras; la propiedad privada; la política agraria; el régimen de monopolios, resaltando la lucha de clases, llegando a sindicar a Enrique Santos de hacer esperar los avances de las conversaciones por tomarse unas vacaciones con su familia, “creyéndose propietario del país”.

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Distancia.

En la mesa también afloran las diferencias en el campo militar. La guerrilla urge un cese bilateral del fuego. Para el Gobierno esta es una ventaja que no debe darse a la subversión. La guerrilla asegura no tener prisioneros de guerra (así la viuda de Tirofijo diga lo contrario). Mientras que la guerrilla dice tener combatientes y reclama el estatus de beligerancia, el mindefensa Pinzón los llama “narcoterroristas”.

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¿Popular o populista?

Con el discurso “La paz como asunto de todos”, las Farc exigen una participación directa del pueblo en las conversaciones y su accionar está dirigido a involucrar a las masas populares en los diálogos, todo ello orientado hacia el logro de una Constituyente y el Gobierno procura enmarcar las conversaciones en las reformas que untadas de mermelada llegaron al congreso (léase Ley de tierras, Ley de víctimas y Marco jurídico para la Paz) o a lo sumo en un referendo en el que el pueblo solamente diga si o un no a la paz.

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Dilatar.

Estas tensiones surgen por fuera de la mesa, pues Mauricio y Enrique ya no están sentados en Cuba, pero sí dentro de las conversaciones. Se pone a prueba el talante y la capacidad de aguante del Gobierno y desde luego la capacidad ya calibrada de las Farc para dilatar cualquier proceso. Veremos si el Gobierno pagará el altísimo costo de mantener unas negociaciones prolongadas en el tiempo para garantizar el fin del conflicto.

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Redacción Minuto30

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