María de los Ángeles Duarte fue ministra de transporte de Rafael Correa entre 2010 y 2014. De golpe apareció vinculada con el cobro de unas coimas a contratistas de obras públicas de su país, en montos que superan los 7,3 millones dólares.

En 2020, cuando estaba a punto de calar con sus huesos en la cárcel, astutamente se refugió en la embajada argentina en Quito, echando mano de la nacionalidad argentina de la que goza su hijo menor de edad.

Y allí estaba eludiendo la acción de las autoridades ecuatorianas que estaban maniatadas para procesarla.

En las últimas horas la ex funcionaria ha dejado saber que ya no solo es refugiada sino prófuga: apareció en la embajada argentina en Caracas.

La noticia cayó como balde de agua fría en el despacho del presidente ecuatoriano Luis Guillermo Lasso, cuya reacción no midió consecuencias: llamó a consultas a su embajador en Buenos Aires, Xavier Monge ( un llamado a consultas generalmente encierra la manera de mostrar molestia con el gobierno anfitrión) y de paso, echó de Ecuador al embajador argentino en Quito, Gabriel Fusk, declarándolo persona non grata. Es decir, por allí es poco probable que regrese.

En un comunicado expedido por la cancillería ecuatoriana, se informa que la señora María de los Ángeles Duarte informó “que se encuentra en la embajada argentina en Caracas, “ sin brindar explicaciones sobre el modo en el que lo hizo, ni si se encuentra junto a su hijo- y realizó averiguaciones sobre la documentación que nuestro país le pudiera extender. Asimismo, manifestó no tener intenciones de viajar a la Argentina en el corto plazo».

La indignación de Lasso y su gabinete crece al corroborar que ni siquiera el departamento de migraciones puede explicar cómo salió la señora del país, porque nadie la vio. De hecho, pidió a la embajada de Argentina que permita el acceso a cámaras de seguridad de la sede, cosa a la que Argentina dijo que no.

Por su parte a Argentina le parece que Laso armó una tormenta en un vaso de agua además de justificar que la señora Duarte se fue por su cuenta y riesgo y nadie en la embajada lo supo.

La señora Duarte dijo desde su nuevo país de residencia que está muy “agradecida con el gobierno argentino por haberle prestado su ayuda” y denunció que Ecuador la había convertido en rehén política al negar el asilo que solicitó Argentina para ella en su momento.

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Redacción Minuto30

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