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Imagen de archivo de la empresaria Gisela Ardila Peña. EFE/Luis Eduardo Noriega

Medellín (Colombia), 10 may (EFE).- La formación empresarial de familias vulnerables en panadería, repostería o comida rápida en el departamento de Antioquia se ha convertido en una «luz de esperanza» para cientos de personas que encuentran en el emprendimiento oportunidades de empleo y generación de ingresos.

Este programa del Club Rotario y la Corporación Interactuar, que busca «cortar» con un ciclo de pobreza, se centra en la formación en oficios de este tipo a través de talleres con tres componentes: social, productivo y financiero.

La líder del proyecto, Luz Edilma Jaramillo, explicó a Efe que esta iniciativa tiene como reto principal «asegurarle» a los beneficiarios y a sus familias «un ingreso constante y seguro a través de una actividad económica y empresarial que les guste desarrollar».

Además del conocimiento y la asesoría de expertos, algunos alumnos reciben un capital semilla para sus pequeños negocios, representado en materias primas y activos como hornos de panadería y carros de comidas rápidas.

Las capacitaciones iniciaron este año con 41 personas en situación de vulnerabilidad, entre ellas integrantes de la Asociación de Mujeres Tinteras del Parque de Berrío (Asotintos), para estimular las ideas de negocio de estas vendedoras informales de tinto (café) del centro de Medellín.

Según Jaramillo, este grupo de personas «lleva muchos años ahí vendiendo», por eso el propósito es «fortalecer a toda la cadena y que hagan parte del desarrollo empresarial» que tiene el Parque Berrío, un sitio emblemático de la ciudad por las llamativas esculturas del artista Fernando Botero.

«Estas mujeres, que sufrieron mucho en la pandemia, ven una luz de esperanza. Ven que es posible tener un negocio y cumplir el sueño de ser emprendedoras o empresarias», apuntó la experta.

LOS SUEÑOS DE LAS «TINTERAS»

Gisela Ardila lleva 27 años vendiendo tintos en el corazón de Medellín. Su anhelo o el «sueño colectivo» que tiene con sus compañeras es «no depender de terceros» y poder tener «nuestro acopio propio, convertirnos en una cooperativa y recibir muchos beneficios».

También habla de abrir en un futuro una panadería y un restaurante para aplicar los conocimientos que recibieron con el proyecto: «En este momento hago panes y otras cosas que me enseñaron. El aprendizaje fue muy bonito porque nos está dejando un poquito más de ingresos para nuestros hogares», comentó a Efe Ardila, la presidenta de Asotintos.

Tiene a su cargo unos 250 termos, que a las 5:30 de la mañana empieza a entregar con la bebida a todas las «tinteras» que llegan a su pequeño puesto en el Parque Berrío, donde hace una década se les ocurrió crear una asociación para frenar «tanto atropello» de las autoridades y defender el derecho al trabajo.

«Nos quitaban los termos y botaban el líquido», narró la mujer, de 55 años, quien con la venta de café en las calles dio estudio a sus tres hijos y pudo construir una pequeña casa.

DONACIONES Y FORMACIÓN

Con 430 mujeres agrupadas en Asotintos, la mayoría madres cabeza de hogar, Ardila no descansa en su idea de dignificar su labor y «dar un mano» a compañeras que buscan una oportunidad, como lo hizo ella cuando se enfrentó a la dureza de la calle.

«A la muchacha que llega, se le presta sus termos para que empiece a trabajar», declaró la líder, fortalecida por las capacitaciones y expectante con el resultado de Donantes Interactuar, un programa que, a través del sitio web, recoge recursos para apoyar causas como la de Asotintos.

De acuerdo con Jaramillo, la líder del proyecto de formación, esta iniciativa les ha permitido a sus participantes reconocerse como personas «muy importantes», y mujeres como Gisela y sus compañeras «tinteras» se sienten «empoderadas» y capaces de llevar a cabo su idea de negocio.

«A través de su pasión y de ese gran sueño de ser empresarias, van a mejorar sus ingresos para garantizar a sus familias mínimo tres comidas al día», afirmó la experta.

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