Algunas razones médicas por las que se recomienda disminuir, aunque no abandonar, el uso de esta prenda que estiliza pero lesiona.

El motivo de consulta más frecuente es el dolor y las callosidades derivadas, en la mayoría de los casos, por el uso inadecuado de los zapatos”, dice el podólogo Roberto Ernesto González, médico especialista en pies adscrito a MedPlus.

El experto explica, además, que la forma de los pies es distinta en todas las personas y está asociada a rasgos de herencia. Se conocen como fórmulas metatarsianas los diferentes tamaños en los dedos que se catalogan en tres tipos de pie: egipcio, cuadrado y griego, que se diferencian porque el dedo pulgar puede ser más largo, corto o de la misma medida que el segundo dedo. Esto significa que varias personas pueden sentir más o menos cómodo el mismo zapato, de acuerdo con las características de sus pies.

Elegir el calzado adecuado es ideal para evitar esos dolores, callosidades y deformidades en los pies, que aunque cumplen con la importante función de contribuir a nuestra movilización, se les presta poca atención.

El elegante dolor de los tacones

med plus tacones appFue en 1660 cuando se usaron los primeros tacones y no precisamente por una mujer. El Rey Luis XIV, de baja estatura, le pidió a su zapatero que diseñara unas piezas altas, retocadas en finas telas y piedras de acuerdo con su estilo. El invento le gustó tanto que prohibió su uso en alguien diferente a él dentro de la corte, con amenaza de pena de muerte.

Varios siglos después, esta muestra de soberbia y superioridad, se convirtió en un producto usado exclusivamente por las mujeres ya que estiliza la figura, alarga las piernas y concede elegancia. Sin embargo, no es un invento que agradezcan los pies, ni las piernas, caderas o espalda. Dice el doctor González que el centro de gravedad de una persona lo atraviesa desde la mitad de la cabeza hasta el medio de los pies; cuando se usan tacones, este se altera porque el centro de gravedad se inclina hacia delante y la posición de los músculos también cambia.

Además, al usar este tipo de zapatos, los pies pierden sus puntos de apoyo del talón y la superficie metatarsiana (la parte de adelante) y quedan prácticamente suspendidos en el aire, lo que se complica con zapatos muy altos. “Los tacones altos disminuyen la superficie de apoyo, hay menos puntos de contacto con el piso y se alteran las distintas fases de la marcha: el despegue, el balanceo y el apoyo”, explica el experto.

Otro de los problemas es la forma. Las puntas alargadas y en V suelen ser las que mayores molestias generan pues comprimen los dedos y los nervios intermetatarsianos ubicados en esta área, que produce un dolor conocido como neuritis.

La presión ejercida genera callos en los dedos o en la parte superior de la planta del pie. Son enrojecimientos y una capa dura que forma la piel como defensa a la presión o la fricción constante a la que se ve sometida. Pueden inflamarse, ser dolorosos, convertirse en heridas y, quizás, producir posteriores infecciones.

Incluso, si la mujer tiene predisposición a los juanetes, este tipo de zapatos adelanta su aparición. Frente a este tema, el doctor González explica que es un mito aquello de que los tacones producen juanetes: “Estimulan su aparición temprana, pero una persona puede tener juanetes sin usar tacones como los hombres o los indígenas, ya que es una predisposición hereditaria”, señala.

Y no solo los pies se afectan con el uso frecuente de tacones, especialmente si son muy altos: las piernas, las caderas y la espalda pueden presentar dolores derivados por ese cambio de equilibrio y la fuerza que deben hacer los músculos sin puntos de apoyo.

El calzado ideal

> Los estudios de ortopedia recomiendan los que no tienen más de cinco de tacón, pues esto brinda soporte a los pies y da forma al arco de la planta. Idealmente deben ser anchos adelante para permitir el movimiento libre de los dedos sin presiones ni rozamientos.

La sensación de comodidad ha hecho que muchas mujeres opten por las famosas baletas (zapato plano), pero el podólogo asegura que este remedio es peor que la enfermedad, pues el pie queda completamente desprotegido, sin soporte, la planta del pie duele y las caderas; además, la falta de medias estimula la aparición de hongos. “No hay que esconderlos bajo el esmalte –aconseja el podólogo González-. Es necesario acudir al médico en cuanto aparece un cuerpo extraño en los pies. Para evitarlo es necesario no repetir zapatos dos días seguidos para permitirles respirar a los pies. Se recomienda no guardarlos inmediatamente en la oscuridad del clóset, espacio ideal para el cultivo de hongos”.


Fuente: Revista MedPlus
ED 80

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