Corea del Sur efectuó el lunes las maniobras militares que habían creado temores de escalada bélica en la zona, pero Corea del Norte renunció a cualquier represalia y tendió un ramo de olivo al decir que estaba dispuesta a volver a las negociaciones sobre su programa nuclear.

©AFP / korea pool Tropas surcoreanas patrullan la isla de Yeongpyeong

Los ejercicios militares con munición real en la isla de Yeonpyeong, bombardeada el 23 de noviembre por los norcoreanos que reivindican su soberanía, duraron menos de dos horas.

Y Corea del Norte, que había dicho que las maniobras podrían provocar un «desastre», afirmó finalmente que «no valía la pena replicar a esa despreciable provocación», según informó KCNA, la agencia oficial del Estado comunista.

«El mundo sabrá reconocer con pertinencia quién es el verdadero adalid de la paz y quién es el real provocador de una guerra», agregó el reporte.

Corea del Norte bombardeó el 23 de noviembre la isla de Yeonpyeong, en el Mar Amarillo, cerca del límite marítimo fijado por la ONU tras la guerra de Corea (1950-1953). Cuatro personas, entre ellas dos civiles, murieron en ese ataque.

El régimen de Pyongyang, que impugna esos límites por considerar que fueron trazados demasiado al norte, alegó que sus disparos respondieron a una salva de artillería de Corea del Sur durante maniobras militares.

Corea del Norte tuvo además otros gestos de apaciguamiento ante el ex embajador estadounidense y actual gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, quien este lunes concluyó una visita de cinco días a Pyongyang.

Richardson indicó, al llegar a Seúl, que Corea del Norte había aceptado el retorno de inspectores de la ONU encargados de vigilar su programa nuclear.

Según el enviado estadounidense, el régimen de Pyongyang también había aceptado negociar la venta de barras de combustible nuclear a un tercer país, «como Corea del Sur», así como discutir la creación de una comisión militar y la puesta en marcha de un teléfono rojo entre las dos Coreas.

Corea del Norte había retirado todo el material de vigilancia de Yongbyon en abril de 2009 y pidió a los inspectores de la ONU que abandonaran el país.

Corea del Sur llevó a cabo sus maniobras militares pese a las presiones de China y Rusia, temerosas de una escalada.

Los ejercicios se iniciaron pocas horas después de que el Consejo de Seguridad de la ONU no consiguiera un acuerdo sobre la situación en la península coreana.

China, único aliado importante de los norcoreanos –y única potencia que se abstuvo de condenar el ataque del 23 de noviembre–, lanzó el lunes un llamamiento a la calma y criticó implícitamente a Seúl, al afirmar que «nadie tiene derecho de provocar o abogar por un conflicto».

Posteriormente, el embajador chino ante Naciones Unidas, Wang Min, instó en un comunicado a que ambos países ejerzan la «máxima cautela» para resolver la crisis.

«Llamamamos a las dos partes a ejercer la máxima cautela y actuar de manera responsable y evitar aumentar las tensiones», dijo Wang Min en un comunicado.

La diplomacia rusa, por su lado, juzgó que estas maniobras representaban una amenaza para la estabilidad de la península coreana.

«La península estaba al borde de un conflicto armado (cuando las fuerzas norcoreanas bombardearon el 23 de noviembre la isla de Yeonpyeong), por ello todas las partes deben exhibir moderación y renunciar a cualquier acción que pueda generar una escalada», indicó una fuente diplomática rusa, citada por la agencia Interfax.

«Creemos que las maniobras llevadas a cabo con fuego real no responden a ese objetivo», recalcó.

Corea del Sur rechazó esas críticas.

«Como nación soberana, tenemos el derecho de realizar maniobras militares para defender nuestro territorio (…) Nadie puede entrometerse», dijo el presidente Lee Myung-Bak, tras recibir el respaldo de Estados unidos y Japón.

SEÚL (AFP)

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Redacción Minuto30

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