SITVA sin calidad de vida

El transporte urbano en cualquier lugar del mundo constituye un factor fundamental para la movilidad de las personas y sin lugar a dudas de las ciudades.

Un sistema de movilidad eficaz y confortable, incentiva el uso del transporte público, y desincentiva la utilización del transporte particular, este último, elemento constitutivo de la crisis de movilidad de las grandes ciudades de Colombia.

En Medellín, gracias a “la Política Nacional de Transporte Urbano”, Ley 105 de 1993, y al interés que desde 1979 se tenía de contar con un tren eléctrico urbano para la ciudad, el 30 de noviembre de 1995 el Metro de Medellín inició su operación comercial con las Líneas A y B, cuya estrategia fundamental para su buen funcionamiento fue “la Cultura Metro” y entender éste como “Calidad de Vida”.

Desde entonces, han transcurrido 19 años de funcionamiento y extensión del sistema de transporte más querido por los antioqueños y único en el país, El Metro, hoy eje estructural del Sistema de Transporte Integrado del Valle de Aburrá -SITVA-.

En este sentido, a este mecanismo de movilidad masiva, se le integran el Metrocable, como medio de transporte teleférico, el cual cuenta actualmente con tres líneas, Santo Domingo, Parque Arví y San Javier, y se encuentran en construcción dos líneas más que estarán interconectadas con el Tranvía de Ayacucho; el Metroplús como sistema de bus articulado el cual cuenta con dos Líneas, L1 y L2 y recientemente ingresa a sistema las rutas alimentadoras distribuidas en cuencas en diferentes sectores de la ciudad.

Pero no todo es color rosa, la “Cultura Metro” que en principio fue un éxito y ejemplo en cultura ciudadana, toda vez que usuarias y usuarios del sistema tenían un comportamiento ejemplar, a la fecha se ha ido perdiendo; el colapso del servicio a causa de la falta de trenes y largos lapsos de tiempo en la circulación, generan incomodidad en el ingreso haciendo que usuarios se “empujen” y hasta se lleguen a agredir físicamente por obtener un puesto o salir del vagón, sin mencionar que ya usuarios no escuchan música con sus audífonos sino que reproducen su celular con toda tranquilidad, en ocasiones, incomodando a quien se pueda encontrar a su lado. Lo único que se ha mantenido es el no consumo de alimentos.

A las citadas situaciones se debe mencionar la incomodidad que en horas pico –generalmente- se presenta en el servicio del Metroplús, las personas no caben, coloquialmente parecen metidos en latas de sardina. Sumado a los trancones de la L2 en la Oriental por no contar con un carril exclusivo.

A lo anterior, se le suma el problema de los alimentadores, el cual radica fundamentalmente en la falta de buses, que se traduce en largas filas y espera de usuarias y usuarios, así como la mala conectividad en ciertas zonas.

En ocasiones para algunas personas, resulta preferible usar el servicio de transporte ilegal, llámese “taxis piratas”, “taxi colectivo” o “chiveros” por comodidad y eficacia, que el SITVA. ¿Qué pasó con “la calidad de vida” y “la cultura metro”?

En entrevista[i] realizada al Gerente del Metro, con ocasión a los 19 años de funcionamiento, Márquez Ramírez aduce que la incomodidad es de 10 minutos. Pero resulta que realmente puede durar todo el trayecto y es mayor si hay que hacer transbordo.

Será un reto para las nuevas administraciones territoriales implementar alternativas de movilidad para un mejor SITVA, que no necesariamente se integre al Metro, sino que preste servicio de rutas complementarias para mejorar el transporte público, o implementar otros mecanismos de transporte limpio como el Trolebús y continuar incentivando el uso de bicicletas del sistema EnCicla.

Para una movilidad digna y con calidad, se requieren con urgencia más vagones, articulados y buses, al igual que una mayor frecuencia en la prestación del servicio. @ElianaGomez

[i] http://www.elmundo.com/portal/noticias/movilidad/metro_celebra_19_anios_con_expansion.php#.VLhsViuG9yz