Mientras se cuece la sopa de la revocatoria, los ingredientes no se fusionan, dejando como plato de entrada una simple e insípida sopa de letras que no tiene un mensaje claro ni proporciones coherentes. Mientras tanto, en la mesa principal, se sirve el plato fuerte: salmón a término perfectamente cocido -Medellín no está en peligro-.

Daniel Quintero ha llevado al límite a los precursores de una convocatoria planeada desde las elecciones, la pérdida del poder de la alcaldía de Medellín por parte de los políticos tradicionales, ha llevado a los de siempre a crear todo tipo de estrategias para debilitar una administración equilibrada y sólida, que tiene como pilares fundamentales, un plan de gobierno dirigido a la ciudadanía que tuvo que ser adaptado a la pandemia de la covid-19 y una Medellín pensada para el futuro. Sin embargo, -los de siempre- se han tratado de unir bajo el manto de la defensa de la ciudad e independencia para recuperar las toldas de dinero que acostumbraban mantener gracias a la rampante corrupción y de una disfrazada buena administración de Medellín.

Con identidad propia, las facciones más representativas de la tradicional maquinaria medellinense como el fiquismo, los uribistas, los Paolos, los Bernardos Guerra, los Ramos, los fajardistas y el GEA, ahhhh y uno que otro concejal, se pueden definir como los responsables de liderar convocatorias ciudadanas que día a día se dispersan por objetivos propios, que a la luz pública, evidencian divisiones internas que debilitan cualquier movimiento, que además toman vocería independiente, e irresponsablemente lanzan información falsa o se pegan de la noticia básica para crear una mega información desproporcionada.

Así mismo, acogen el sentimiento de indignación propio y lo traducen en mensajes de irritación compartidos para manipular fácilmente a muchos ciudadanos, esto es tomar como bandera de batalla algunas circunstancias de índole ciudadana para acomodarlas y mostrarse como salvadores para intervenir positivamente. Se vuelve tan evidente su “modus operandi”, que parecen hacer una fila organizada con la mano firme y el corazón de un expresidente latiendo en su pecho.

Lo más curioso es que en estas convocatorias a revocatoria, no hacen mención alguna de líderes comunitarios, barrios, comunas o corregimientos de Medellín que realmente alcen sus voces para expresar el supuesto inconformismo generalizado que dicen representar. Lo que tampoco pueden mencionar por ningún lado, es que son las mismas familias, partidos y políticos tradicionales que mueven sus hilos para tratar de volver al poder o mantenerse en él.

La revocatoria que en sí es la esencia de un mecanismo popular y democrático al que tenemos derecho, se debe concebir con ideas, llena de argumentos consistentes, con líderes reconocidos, con un ideal común y objetivo claro; en este caso no es más que un relleno gremial sin contenido, cosido con retazos viejos, movimientos y partidos arcaicos acompañados de familias tradicionales egoístas, que quieren mantener su asiento en el poder para siempre.

Pero la gran verdad de este absurdo correteo revanchista de la revocatoria es que no les quedó más remedio a los de siempre, que esconderse tras la armadura del sentimiento paisa y cuidar la ciudad, estrategia que no funciona en una ciudadanía progresista que se educa para una Medellín futuro.

Esta revocatoria como tal, no representa al pueblo medellinense, generalmente representa a “los mismos de siempre”.

¡Ojalá lo tengamos en cuenta!

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Redacción Minuto30

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