En afirmaciones de la semana anterior, la rectora de la Universidad Nacional afirmó que si no se lograba la normalidad académica para el martes 13 de noviembre se podría cancelar el semestre.

No sé sí fueron producto de la ofuscación o una simple amenaza que no cumpliría para buscar que los revoltosos y terroristas matriculados en sus claustros, declinasen en el propósito de incendiar las calles de las ciudades colombianas arguyendo falta de voluntad política por parte del gobierno entrante, en la solución de los problemas financieros que tiene la educación pública.

El hecho es que pasó el día martes y hasta hoy 15 de noviembre, fecha en la que escribo este comentario, no se han tenido noticias del cumplimiento de esa advertencia.

La seriedad de los funcionarios se mide con ese tipo de situaciones y si se afirma una posibilidad esta debe estar lo suficientemente meditada para que una vez se den las condiciones se cumplan las acciones que se anunciaron. De no ser así queda en entredicho y muy mal parado el prestigio y la autoridad del locuaz funcionario. En resuman las amenazas se cumplen o no se hacen.

En Colombia se tienen ofertas de diferentes proveedores para realizar los estudios universitarios; algunas privadas y las más públicas que reciben dinero del estado a manera de subsidio.

No estoy enterado como se define el monto de estos aportes estatales pero si la filosofía es la misma que lo subsidios a las IPS públicas, se deben referir al número de estudiantes matriculados y no a la capacidad u oferta de cupos de las entidades educativas, ejemplo: una universidad tiene capacidad para atender 1000 estudiantes pero solo se matriculan 800. Es por esta última cifra como se deben liquidar los aportes estatales.

Una vez definidos y entregados los recursos es lógico que se haga un seguimiento al uso de los mismos. No sería una imprudencia sospechar que ninguna institución de educación pública superaría con altas calificaciones una auditoría externa y rigurosa sobre el manejo de sus finanzas. Hay indicios suficientes para colegir que el manejo financiero de las mismas está signado por la desidia y el despilfarro. Es que como es regalado el control es exiguo. Los organismos de control son muy laxos y tienen tendencias muy extrañas para realizar su trabajo. Casi siempre investigan al equivocado o a quien no cuenta con apoyos o padrinos políticos que los sostengan. Entre esa casta no se pisan las mangueras.

Es tan deficiente el control que existen entidades públicas que decidieron no tener inventarios de mobiliarios y elementos de consumo para las entidades educativas, demostrando con eso que el despilfarro tiene patente de corso. No sé qué aducen para esto pero indudablemente es un desgreño gigantesco. Una cosa es presumir que el uso o mejor el abuso de los usuarios estudiantes es destructivo y otra es entregarse al dolor y no llevar ningún control. En cualquier empresa por pequeña que sea este tipo de activos se controlan, se cuidan y se les da un mantenimiento adecuado para sacarles el mejor provecho.

Estamos en una supuesta campaña para la reducción de la corrupción, de hecho quieren apropiarse de ella algunos llamados progresistas que tienen asiento y/o son muy apreciados en las universidades por los malandros que allí se asientan, pero extrañamente ninguno de esos adalides de la lucha anticorrupción se han detenido a señalar que esas entidades con el mayor rubro presupuestal pueden estar inmersas en mares de corrupción rampante.

Una auditoría externa, rigurosa y exhaustiva nos dará certezas sobre el destino real de los recursos que aportamos los colombianos para la educación pública y en ese sentido podemos empezar por pedirle al gobierno nacional que busque dentro de organismos internacionales con prestigio de probidad y eficiencia a unas entidades que realcen este trabajo de fiscalización permanente del uso de los recursos monetarios que le entregamos los colombianos para la educación de los niños y jóvenes de nuestra nación.

Postre: A la espera de la cancelación del semestre para qué de una vez por todas, los malandros terroristas sean identificados y salgan de esos recintos en donde el pensamiento, el análisis y la creatividad deben ser el denominador común.

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Redacción Minuto30

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