Juan Manuel Santos durante su segundo periodo como presidente de Colombia implementó el programa “Ser Pilo Paga”.

Dicho programa, como propuesta, tenía la idea de apoyar a los jóvenes de bajos niveles socioeconómicos y de regiones aisladas a acceder a una educación universitaria de calidad. En el año 2017 el programa logró 40.000 beneficiarios, aun así, lo que en un inicio era una iniciativa muy aplaudida y apoyada; se convirtió después de tres años en un cáncer para el presupuesto nacional y en una oda a la mediocridad.

El gobierno de Iván Duque, al darse cuenta que era más el gasto que el beneficio obtenido decidió clausurar la etapa de los “pilos”. Más de 350 mil millones solo hasta el año 2017 fueron gastados en el programa “Ser Pilo Paga”, y esto teniendo en cuenta que el programa solo ofrece 10.000 becas por periodo, lo cual no representa ni siquiera el 2% de los graduandos bachilleres del país. Para poder entender mejor la cifra, 350 mil millones son el equivalente a: construir 4 Movistar Arena, al salario mínimo de 448.004 colombianos, o a casi la mitad de la capitalización bursátil de Avianca en la BVC.

Pero el problema del programa no es el gasto, el problema son los resultados de los estudiantes y el descuido del gobierno a la educación pública. El programa fortalece a las universidades privadas y debilita a las públicas. Más del 80% de los beneficiarios del programa acceden a universidades privadas. Y en promedio cada uno de los estudiantes representa un costo de 15 millones al estado, en cambio, uno de universidad pública solo representa un gasto de 5 millones. Esto explica la crisis de Educación Superior Pública por la que pasa el país.

Según los resultados que el mismo programa entregó en el año 2016, el 37% de los Pilos obtuvo un promedio que oscilaba entre 3,5 y 3,7. Lo cual muestra que realmente, las exigencias académicas para otorgar la beca completa para toda la carrera no son muy estrictas.

Otra gran falencia que tiene el programa es que muchos pilos escogen su pregrado sin realmente gustarle, lo cual explica por qué el 15,9% de los pilos obtienen promedios inferiores a 3,5. Así mismo, muchos pilos escogen la universidad únicamente por su prestigio o por el costo de su matrícula, no tienen en cuenta la línea ideológica de la misma o los componentes del pensum de la carrera que van a estudiar.

Una clara muestra de esto es la Universidad de los Andes, que pareciera se convirtió en la universidad pública más costosa de todas. Durante los dos primeros años del programa la institución ha sido la tercera universidad que más pilos recibe, aun así, es la que más plata gana gracias a este programa. Para el 2018 el costo de medicina en esta universidad es de 23’254.000 por semestre y para cualquier otra carrera se deben pagar 16’344.000.

Los Andes cuenta con aproximadamente 2.400 pilos, lo cual se traduce en $ 31.650’408.000 de ingresos por el programa en 2016 y en $49.065’428.000 en el año 2017. Con este dinero sin duda alguna se hubiera podido resolver gran parte de la crisis que vive la Universidad Nacional, la mejor pública del país.

El problema de SPP no es el hecho de ofrecer educación de calidad a los menos favorecidos, sino el derroche de recursos que se da gracias a este programa en una época en la que la educación superior pública se encuentra en crisis.

Con el programa las universidades privadas se llenaban los bolsillos. El gobierno debía acabar con este programa, puesto que era un abuso para el presupuesto nacional y degradaba a las instituciones educativas del estado. La discriminación no era contra las personas, sino contra las universidades.

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Redacción Minuto30

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