El derrumbe de los precios del petróleo no sólo se ha traducido en la caída de la producción sino que también se ha traducido en una menor afluencia de capitales al país con destino al sector de los hidrocarburos y en el menor apetito por invertir en Colombia, que pierde competitividad relativa frente a otros países que lucen más atractivos. Lo acaecido en los últimos dos años es dramático, toda vez que para el año 2015 Colombia, según la CEPAL, registró la peor caída de la inversión extranjera directa (IED) en América Latina con el 26%, casi el doble del promedio en la región que fue del 14%.

En el caso de Colombia, después del auge de la IED, que pasó de US $2.390 millones, promedio, entre el año 2000 y 2004 a US $8.484 millones entre 2005 y 2011, llegando a su clímax entre el 2012 y 2014 con US $15.556 millones. Luego vendría la estampida de la IED y desde luego el descalabro fue mayor en la inversión en el sector de la minería y los hidrocarburos, la cual llegó a acaparar el 76.49% del total en 2010, que pasó, según datos de la Balanza de pagos del Banco de la República, de los US $4.732 millones en 2014 invertidos en la industria del petróleo a US $2.512 millones en 2015 y a US $2.172 millones en 2016, un bajonazo del orden del 55% en los últimos dos años. Con la caída de los precios del petróleo desde mediados de 2014 cayó también la participación de la industria extractiva en la IED alcanzando un porcentaje de 30.09%, su nivel más bajo, en 2015.

EL descaecimiento de la actividad hidrocarburífera en Colombia le pasó factura al PIB del país, que venía siendo impulsada hace rato por la locomotora de la industria del petróleo, cuyos precios fueron los últimos en caer, pues los demás commodities se deslizaron por el tobogán desde el 2012. La economía, que venía en franca desaceleración (crecimiento del PIB en 2014 4.4%, en 2015 3.1% y en 2016 2%), ahora merced al desánimo de la misma, el crecimiento del PIB pierde fuerza e impulso acelerándose la desaceleración. La ralentización del crecimiento de la economía el último año es evidente: el crecimiento del PIB en los cuatro trimestres de 2016 así lo demuestran, 2.7%, 2.5%, 1.1% y 1.6%, respectivamente, prolongándose y acentuándose en el primer trimestre de este año, que arrancó con el pie izquierdo, con un crecimiento del PIB del 1.1% con respecto al mismo trimestre del año anterior, que si se compara con el último trimestre del año pasado el dato resulta negativo en 0.2%. Son 40 puntos básicos por debajo del registro trimestre anterior, una aceleración de la desaceleración de 1.6 puntos porcentuales frente al primer trimestre de 2016. Es como si la economía estuviera en el atolladero.

Ahora bien, lo que dicen las cifras del DANE, que fueron reveladas la semana anterior, es que la acelerada desaceleración es generalizada, pues este magro crecimiento del 1.1%, además de ser inferior al crecimiento vegetativo de la población en Colombia, prolonga en el tiempo la desaceleración inducida a que fue sometida la economía colombiana en su momento por parte del Gobierno y el Banco de la República. En efecto, excepción hecha del sector agropecuario, que creció el 7.7%, el crecimiento de los demás sectores es decepcionante, sobre todo el sector de minas y canteras que sufrió un desplome del 9.4% con respecto al mismo período del año 2016. Al desagregar esta cifra observamos que el descenso del subsector de petróleo fue aún mayor al registrar el 12.6%. Ahora, este sector que enantes era el que le imprimía dinámica al crecimiento de la economía ahora se ha tornado en el lastre que la frena. Sólo nos consuela saber que la caída de la actividad petrolera se empieza a desacelerar, si tenemos en cuenta que el descenso del crecimiento de su PIB en los dos últimos trimestres del año anterior que fue de 16% y 14.6%, respectivamente, se mantiene.

Conocida la cifra del DANE, que muestra el mediocre crecimiento de la economía en este primer trimestre del año de un anémico 1.1%, todos los analistas y centros de pensamiento, así como los organismos internacionales,  están revaluando y revisando a la baja su proyección del crecimiento del PIB para el año completo. La apuesta de FEDESARROLLO y del FMI del crecimiento del PIB para este año ronda el mismo 2% del año anterior  y el Banco de la República, en su reciente sesión de junta, revisó a la baja su pronóstico y prevé un crecimiento de sólo el 1.8% (¡!). Y ello, a pesar de los intentos y el empeño del Gobierno y el Banco Emisor de reanimar la economía, lo cual ha obligado al Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, luego de conocer los resultados del primer trimestre, a anunciar, muy a su pesar, que para el mes de junio, al expedir el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) se revisará hacia la baja la meta oficial de crecimiento de 2.5%, que como diría el reputado escritor mexicano Octavio Paz está a las afueras de la realidad.

[1] Ex ministro de Minas, Energía e Hidrocarburos

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Redacción Minuto30

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