Ruth Pérez. Foto tomada de clarin.com

Ruth Pérez. Foto tomada de clarin.com

Ruth Pérez invitó a su mejor amiga a un asado que hizo en su casa en Villa Elvira, ubicada en la localidad argentina de La Plata, donde estaba celebrando con su excuñada, su mamá, sus dos hijos, su sobrino y su vecina, el arreglo que le había hecho al patio de su casa. Pero esa tarde tuvo un momento inesperado que le cambió la vida, su mejor amiga abusó de ella.

Luego de terminar el asado, «mi hijo estaba muy cansado y lo fui a dormir», lo alimenté y “al rato yo también me quedé dormida. Me desperté en una situación que no podía creer».

Eran amigas desde la infancia que se distanciaron porque empezaron a vivir en lugares diferentes. En 2016 se volvieron a encontrar y retomaron la amistad como si fueran hermanas, tanto que ella fue la madrina de uno de sus hijos. Pérez le ayudó a conseguir un trabajo en el colegio de médicos de La Plata donde ella trabaja desde hace un buen tiempo.

Cuando abrió los ojos y vio a su amiga encima de ella quedó en shock, logró reaccionar y la lanzó de un solo golpe protegiendo a su hijo que estaba dormido con ella. De inmediato, con enojo le dijo que eso no podía quedar así: «Vamos a ir ya para tu casa, de esto se van a enterar tu mamá y toda tu familia. Esto lo denuncio, no va a quedar acá. O te interna tu mamá en un psiquiátrico o te interno yo».

«Hizo a mi hijo partícipe de la situación de abuso. Había tomado alcohol, pero estaba consciente. Tenía una cara de perversidad para con el nene, como diciendo ‘mira lo que estoy haciendo a tu mamá'», expresó Pérez para C5N.

Pérez cumplió y fue hablar con la mamá de su amiga, todo un calvario. «Fui a hablar con su mamá pero no me creyó y empezó a amenazarme a mí y a mi familia», de acuerdo con la información de 0221.com.ar. «Si yo contaba algo, ellas me iban a desprestigiar diciendo que yo había tenido una relación con el presidente del colegio, que le iban a contar a su esposa, que iban a hacer que me echaran del trabajo y un montón de cosas más», expresó.

Indignada por lo sucedido intentó hablar de nuevo con la madre de su amiga. «A comienzos de marzo volví a la casa de su mamá para contarle lo que había pasado, pero me sacó a empujones», desde ese momento empezó la amargura.

«Eran las 3 de la mañana y no me podía dormir, después de haber discutido con esta señora. De repente sentí unos ruidos, como si fueran tres piedrazos. Miré por la ventana y vi una hilera de fuego en el techo del comedor de mi mamá, que empezó a los gritos y luego llamó al 911», contó y responsabilizó a la familia de la agresora.

Las cosas no quedaron ahí. Ruth le pidió a la madre de la amiga que fuera a exponer el tema en el lugar de trabajo. Sabía que si se la encontraba en el mismo lugar pudría ser conflictivo: «Yo no podía ir porque trabajamos pegadas».

Pero no obtuvo la respuesta que ella quería. «Como había sucedido por fuera del ámbito laboral, nos pidieron que no lo difundiéramos. Teníamos que trabajar como dos reinas. Institucionalmente no había nada, ningún mal comportamiento, pero me cambiaron a mí, me mandaron a un piso aparte, escondida», asimismo, expresó: «quieren echarme para que no se viralice el hecho, me apartan como si tuviera lepra. Necesito hacer justicia».

Inconforme con los eventos, se fue para el Gabinete de Delitos contra la Integridad Sexual de la DDI La Plata, a lo que le suma los trastornos emocionales que le dejó el suceso: «tuve que empezar a ir al psiquiatra, debido a las pesadillas y sueños recurrentes».

Su abogado, Darío Saldaño, recalcó que: «lo grave es la falta de respuesta institucional del trabajo y de distintos sectores de la justicia, que no han dado curso a las situaciones de amenazas».

Por el momento, la investigación está parada porque deben reunir las pruebas correspondientes y llamar a los testigos necesarios para adelantar el proceso judicial que no tiene ningún detenido.

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Laura Pineda

Comunicadora social de la Universidad Católica Luis Amigó. Soy amante de contar historias de ciudad y tengo un agudo olfato periodístico.

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