Tantos años de violencia en Colombia han dejado miles de víctimas, dolor, desazón y desesperanza. Esto último ha terminado convirtiéndose en incredulidad, en rechazo a seguir intentando por todos los medios posibles llegar a la tan anhelada paz.

Algunos políticos y periodistas por estos días levantan su voz y repiten que la única salida al conflicto armado no internacional, de más de medio siglo en Colombia, es el sometimiento, o de sujeción como lo llama el gobierno hoy en día. Mejor dicho, solo ven en la aplicación de la fuerza el instrumento para doblegar a los grupos armados al margen de la ley que hacen presencia hoy en varias regiones del país. Esta postura, respetable, es altamente problemática y no toma en cuenta la complejidad del conflicto armado colombiano.

Colombia ha tenido tres grandes procesos de paz, si se quieren exitosos, el primero con el M-19 y el EPL, en los años 90 y el tercero aunque en mi sentir exitoso en cuanto a lo acordado, pero incompleto en su implementación y cumplimiento estricto, el adelantando con las Farc y que culminó en 2016 con los acuerdos firmados en La Habana (con las extintas Autodefensas Unidas de Colombia no hubo proceso de paz, es una gran mentira, fue un sometimiento). Los tres procesos de paz tienen una característica: fueron una negociación y no un sometimiento, tan exitoso el primer proceso que hoy tenemos presidente en virtud de aquel. Y es precisamente por la vía del sometimiento como el país puede apostarle a romper el ciclo perverso.

Quienes levantan la voz, en ocasiones (espero que de manera involuntaria) desconocen la complejidad de lo que pasa en Colombia. El conflicto armado no internacional ha dotado de un contexto social, cultural, histórico y económico particular a los territorios en los que estos grupos operan. Nuestra realidad tiene múltiples causas y factores, así que un flaco favor le hacen a la paz quienes abordan este tema de manera simplista.

Es prioridad tener en cuenta las demandas y las necesidades de las comunidades en las que operan los grupos armados y buscar soluciones que permitan abordar de manera integral las causas del conflicto. La negociación y la construcción de acuerdos de paz incluyentes son fundamentales para abordar el conflicto de manera integral.

En Colombia existe un conflicto armado no internacional de más de 50 años, el más antiguo del mundo, y es claro que no lo vamos a resolver de la noche a la mañana. La idea de que la imposición de leyes de sometimiento resolverá el conflicto de manera inmediata es una falacia, ya que no toma en cuenta las raíces profundas del conflicto. Es necesario entender que la solución del conflicto armado en Colombia es un proceso a largo plazo, que requiere de la participación activa de todas las partes involucradas, en especial de las víctimas quienes son al fin y al cabo las que más sufrimiento soportan.

Los colombianos debemos ponernos de acuerdo en que no será mediante la imposición de la fuerza que llegaremos a la paz. El conflicto debe ser entendido teniendo en cuenta las múltiples causas y factores que lo generan. Solo a través de un enfoque holístico y de largo plazo se puede aspirar a una paz total, verdadera y duradera en Colombia.

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Redacción Minuto30

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