Luz Adriana Henao

Columna original García Márquez y el amor al dinero (por Rafael Narbona)- http://rafaelnarbona.es/?p=7372

 

Respuesta:

 

Señor Narbona,

Celebrando que el medio donde publica sus opiniones haya sido siempre respetuoso con sus ideas (por que no hay nada más valioso que la libertad, en todos sus sentidos), me atrevo a responder su columna, desde el lugar anónimo y quizás irrelevante que me concede el papel de lectora, incluso, desde el lugar quizás subjetivo, dirá usted, de lectora colombiana. Siguiendo la campaña de desprestigio que desde su facebook y blog ha venido adelantando contra la obra del más grande escritor moderno en nuestro idioma, quisiera aclarar lo siguiente:

Luz Adriana Henao

Luz Adriana Henao

En primer lugar, debo decir que es una ligereza afirmar que “los admiradores” de Gabo somos beligerantes. Y cómo aquí se trata de gramática, hubiera sido muy justo por lo menos, usar la palabra “algunos”. Yo, contrario a usted, si he sido una enamorada (con la mente y el corazón) de la obra de Gabriel García Márquez y coincido con cada una de las manifestaciones de cariño de todos esos poderosos que usted menciona. No obstante creo valedero rescatar algunos asuntos, que no aparecen en su columna:

1. Son millones las personas en el mundo que tenemos gran estimación por la obra de Gabriel García Márquez. Esos personajes poderosos, solo hacen parte de esa muchedumbre, y sería también injusto para ellos que tuviesen que callar sus palabras de afecto, solo por ser ricos o famosos. Finalmente, antes de populares, también son personas. Y ningún escritor, bueno o malo, es culpable de sus fans. Ahora bien, del afecto de los obreros, pobres y personas comunes y corrientes hacia Gabo, los críticos no se ocupan.

2. Lo que usted denomina “clamor de alabanzas” no es a la persona que fue Gabriel García Márquez, aunque bien pudiera serlo y tampoco tendría él -ni nadie- que haber negociado sus ideologías para gustarle a uno u otros. De hecho, fue cercano a líderes de muy distinta naturaleza. Eran todos sus amigos, no necesariamente sus candidatos. Esa profusa admiración es a su obra, lo único que tiene un autor, sus antorchas frente al mundo, su discurso.

3. Decir que el prestigio de Márquez empezó a declinar es también una afirmación difícil de probar y que se contrapone a las cifras: más de 50 millones de ejemplares vendidos y traducción a 40 idiomas de “Cien años de soledad”. Tal vez el Nobel nunca logró sus afectos, pero esta animadversión claramente no es la tendencia entre los lectores (que ciertamente y por fortuna, definen mucho mejor que los críticos el destino y la memoria de un autor).

3. No podría tener más razón el expresidente Belisario Betancur, quién es también un gran escritor colombiano, cuándo dijo que es “obsoleto” referirse a alguien como de “derechas” o “izquierdas”. Son palabras que ya no definen a ningún país y a ningún ser humano, menos a un intelectual del tamaño de Gabo, un ciudadano del mundo, como deben ser todos los artistas. Decir que una cena en la Casa Blanca “retrata el tamaño de su ambición” es francamente resentido. No estamos ya en época de la Guerra Fría y lo mismo hizo tantas veces con su amigo Fidel Castro, me pregunto entonces en ese caso ¿qué se está retratando?. Como le manifesté al inicio, no hay nada más valioso que la libertad, la misma a la que usted aludió al principio de su artículo, la misma que está cuestionando en el caso de Gabo, a quién al parecer no le estaba dado cenar con uno u otro mandatario sin despertar recelos. Felizmente esto siempre lo tuvo sin cuidado, porque no me imagino al Nobel tratando de escoger sus amistades al vaivén de la crítica (que, por lo demás, nunca está satisfecha).

4. Desconocer, pretender opacar y minimizar el aporte que le hizo Gabo al mundo de la literatura no solo es obtuso, sino mezquino y denota el poco conocimiento que usted tiene se su obra. Me pregunto, ¿ha leído sus libros más allá de las obligadas lecciones de adolescencia que menciona? ¿Ha leído algún análisis literario de su obra? ¿de la obra de los escritores que fueron también inspirados por su realismo mágico? ¿Conoce sus discursos y artículos donde establece una clara visión del mundo, de su mundo?. Bastaría con un repaso rápido de La Soledad de América Latina, para un poco más de contexto en su columna.

5. Para concluir, y en espera de que no me tilde también de “beligerante” por no estar de acuerdo con usted, le cuento que también soy artista, o por lo menos, me he acercado al mundo de la literatura y si tengo muchos amigos queridos que hacen parte de este mundo de las artes y coincidimos en que visiones como que “un artista no debe ganar más que un obrero” le han hecho mucho daño al gremio. Ha ligado el ejercicio del arte, a una vida de pobreza, muchas veces miserable y ha generado estereotipos muy difíciles de derribar. La concepción de que el arte y el dinero (o cualquier oficio noble y el dinero) son incompatibles no ha dejado más una idea de que el arte es un hobby para gente esnobista o hippie o para vagos que no quisieron sentar cabeza y estudiar algo decente. El arte también es una técnica y como tal necesita estudio, disciplina, hábitos de trabajo que potencien el talento y la destreza. No todos los artistas somos vagos, bohemios desarraigados o gente que va por el mundo sin necesidades materiales, sin familia, sin compromisos, es hora de que ustedes los críticos contribuyan también al respeto por el trabajo del artista y a la valorización monetaria, social y académica de sus obras. En hora buena cuando el arte es bien pagado. Y si así fuera siempre, le aseguro que este planeta tendría más músicos, poetas y pintores y menos ingenieros y abogados arrendándose para sobrevivir.

Con todo respeto,
​​

@luzahenao

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Redacción Minuto30

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