Hernán Darío Cadavid

Cuando uno como Colombiano se enfrenta al panorama presentado por las Farc y el Gobieno Nacional se pregunta si en realidad lo que se plantea es un acuerdo de Paz o un chantaje de la subversión para reformar al estado y llegar al poder en Colombia.

Hernán Darío Cadavid

Hernán Darío Cadavid

El Gobierno de Colombia en cabeza de Juan Manuel Santos lo tenía todo allanado en bandeja. Una economía creciente, una seguridad conducida y fuerte, un legado difícil de desperdiciar. A su mejor estilo nos jugó a los colombianos y nos jugó mal, cometió el peor error que puede cometer alguien que se somete a la vida pública y es perder la credibilidad, rompiendo la premisa aquella que las personas perdonan errores pero no las mentiras y el Presidente le mintió al país y en ese sentido, se embarcó en el proceso para poner fin al conflicto con el cartel terrorista de las Farc.

Conocidos esos hechos no queda sino hacer una reflexiones del por qué NO es admisible ni en el escenario político Colombiano ni en teoría alguna,  que un estado legitimo permita concesiones absurdas y creadoras de malos ejemplos para potenciales delincuentes.

Antes que cualquier cosa, no comparto el concepto con el que se quiere diferenciar la ilegalidad de las Farc dándoles un matiz político en pleno 2013 excusando sus actividades ordinarias criminales en razones de exclusión social inexistentes al día de hoy, comunidades marginadas existen en toda América Latina y no por eso son el mayor cartel de drogas del mundo y mucho menos atentan descaradamente contra la población civil.

Para intentar reformar al estado, tiene que existir autoridad y legitimidad y estas no se adquieren bajo el pretexto de tener armas, ni menos intimidar bajo la consecuencia de prolongar el terrorismo. Este no puede ser un factor que brinde potestades ni puede servir como elemento de cambio para lograr reformas de país, de hacerlo el mensaje es uno solo, “Delinquir si paga “ y entonces el estado habrá perdido cualquier capacidad de exigir  y castigar comportamientos a futuros delincuentes.

Los cambios estructurales en los países se han logrado con el concurso de la ciudadanía que, con paciencia y laboriosidad van tejiendo el camino que pretenden, no con remedos de revoluciones que es lo que acomoda la subversión.

Llegar al nivel de democracia de Colombia (con sus defectos) nos ha costado mucho y en ese camino nos han privado de grandes mentes políticas y estas pérdidas se dieron porque esos ilustres personajes decidieron enfrentar la ilegalidad. ¿Por qué hoy la vamos a estimular?

Para tomar decisiones, se debe consultar el pasado y pensar en el futuro; Si hoy se premia a las Farc en sus pretensiones, se legitima al terrorismo como instrumento para alcanzar objetivos y cambios sociales y habremos comprado el boleto de bienvenida para que el país se asegure un germen de delincuentes chantajeando en el futuro a cambio de buscar “La Paz”

Hoy el Gobierno Nacional con sus acciones nos permite concluir que en virtud del chantaje ascendió en la escala al terrorista y descendió al soldado, al policía aun cuando el país conoció que estábamos en capacidad de hacer efectivo el poder del estado ante la amenaza del terror.

Hoy nos plagaron de publicidad y explicaciones del proceso de paz por demás inexactas, diciendo que el proceso avanza como nunca, pero las Farc quieren acabar a Uribe como siempre.

Una perentoria sentencia del Presidente a la sociedad y que audazmente pretende ofrecer a los colombianos: La Guerra o la Paz, supone que él es la Paz y la guerra quienes tenemos algún reparo. Pienso que el dilema no es ese, sino si permitimos acuerdos con o sin impunidad pero no la caricatura en la que se esmera en volver el Presidente a quienes nos asaltan dudas. Un Gobierno pacificador no es un Gobierno débil, no se confunda señor Presidente.

Si bien entiendo la Paz no es una expresión unánime, si debe ser un acuerdo sustancial de país, un escenario real para la sociedad entera, no así unas cartas jugadas por debajo de la mesa y mucho menos amenazas “plenipotenciarias” venidas desde la Habana en las que desafían al Gobierno Santos a “Decir la verdad”, es decir, Juan Manuel Santos perdió la tribuna moral que le otorgamos los votantes y la perdió con el primer cartel de drogas del mundo. Lo dominan.

Atentos, porque si nos descuidamos ellos, las Farc y el Gobierno con apoyo de algunos flamantes líderes de opinión dominicales, son capaces de hacernos pensar que quienes debemos pedir perdón somos nosotros, usted y yo. Nosotros pedimos transparencia y que sea el estado el que se haga tener respeto. ¿Mucho pedir?

Al señor Presidente habrá que decirle que los hechos terminaron superando la publicidad, como debía ser, decirle además que tenía un mandato claro que ignoró, que hoy hace cuatro años había más debate político, pero que el 70% del país creía en sus instituciones, hoy no sabemos que hay detrás de cada declaración.

Colombia a pesar de todas las dificultades ha sido una de las democracias más sanas de América Latina y no necesitamos que sea las Farc quien nos diga cómo se conduce al país, su especialidad es otra. @hernancadavidma

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Redacción Minuto30

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