Vivir una aventura no es solo estar con un hombre que te enloquece de pasión, es viajar, es arriesgarse, es decir y hacer lo que realmente quieres hacer, sin importar lo que los demás puedan pensar o decir sobre ti.

Hace unos meses le dije a mi hermana Yasmín: «Llevo tres años sin pareja, quiero vivir una aventura.» Ella me dijo: «Y si sufres.» Entonces mi sobrino Yancarlo le respondió: «Bastante ha sufrido ya, déjala que viva.» Una amiga me decía como mi hermana: «Lo importante es que no te enamores. Aprende el desapego.” Le contaba a mi mejor amigo Frank y me dijo: «VIVE. Llevas la vida sin un amor, has estado enfocada estos tres años en trabajar. Ya es tiempo de que vivas aventuras. De que te enamores. No pienses en sufrir, VIVE mujer.” Entonces al final, entendí que por miedo a lo insospechado dejamos de vivir. Que mañana es un día menos, no un día más. Entendí que lo mejor que podemos hacer para no ser felices es reprimir sentimientos y pasiones.

Recordé también la época que estamos viviendo, con un virus que nos amenaza día a día. Aunque tengo tanta fe en que todo se va a resolver, mi sentido de urgencia para vivir se ha acentuado aún más. Es definitivo que la vida es un soplo… por eso hay que vivirla al máximo. No posponer lo que queremos hacer que nos hace felices. Tener ese encuentro, realizar esa llamada, comparte eso que te gusta.

Muchas personas son criadas con la idea de que una mujer aventurera es una cualquiera. Nada más lejano de la realidad, una mujer aventurera es más feliz. Es más libre. Es deshinibida, genuina a lo que siente y lo que quiere. Vivir una aventura se puede convertir en más que eso. Puede ser tan intenso que no sabes qué hacer con los sentimientos y pasiones que has descubierto y que nunca habías

vivido. Es entonces cuando realizas que si vale la pena vivir las aventuras que desees. Vivir una aventura no es solo estar con un hombre que te enloquece de pasión, es viajar, es arriesgarse, es decir y hacer lo que realmente quieres hacer, sin importar lo que los demás puedan pensar o decir sobre ti. Es ser una mujer real.

Recientemente estuve con una tos persistente, por más de un mes. Afortunadamente no era el virus. Tuve tiempo para detenerme y ver la vida desde otra perspectiva. De valorar tantas cosas, de querer otras.

Mi padre me dijo: “Hija yo sé lo que te curó.” Me sorprendió cuando me dijo: “Te curó el amor.” No quise responderle. Recordé una frase que mi madre siempre decía: “Un corazón de una madre o de un padre nunca se engaña”. Al final, entendí que la vida es breve y que no voy a dejar de vivir las aventuras que me hagan feliz.

abogada, autora, conferencista internacional y Directora de la Fundación Baila Corazón. Visita su sitio web: www.latinasempowermentr.com 
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Redacción Minuto30

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