La corrupción no genera enemistades, sino solidas amistades entre los malvados”
Herótodo.

Qui bono es la expresión latina utilizada para denotar quien se beneficia de determinada conducta, es decir, puede establecerse, o mejor, construir una ruta para establecer, quien es el autor o determinador de alguna conducta preguntándose por ¿Quién se beneficia? Así, sobre una muerte, un robo o cualquier empresa es normal preguntarse, para determinar responsabilidad, por quien puede ser el que gane con determinada acción.

Estos días ha habido una especial polémica sobre quien debe responder por el desastre de Hidroituango, sobre todo porque han hecho parecer que la intención del alcalde por develar a los responsables y exigirles asumir su responsabilidad en el desastre es tan dañina como las decisiones que llevaron a colapsar el proyecto en 2018, una paradoja, que todo el establecimiento está más alarmado por la búsqueda de los responsables que por la recuperación de los recursos públicos comprometidos.

Conviene poner las cosas en orden, el desastre de hidroituango es de carácter antrópico, es decir, responde no a las fuerzas de la naturaleza sino a decisiones humanas que van desde la decisión de construir una planta hidroeléctrica en ese lugar y pasan por las decisiones con motivaciones no técnicas – más políticas – de acelerar la obra para para tomarse la foto inaugurando la obra.

Todos los que tomaron esa decisión salieron en la foto, pero de la responsabilidad fiscal determinada por la contraloría, por esta razón la defensa pública de la responsabilidad de las aseguradoras es más que el afán por el reconocimiento de los daños es una defensa de la responsabilidad fiscal: si se entiende que todos los daños son cubiertos por la póliza entonces no hay daño patrimonial y, por tanto, no hay responsabilidad fiscal. Ahí está el centro del tema cui bono.

Mientras tanto, ese contubernio de todo el establecimiento para promover el reconocimiento asegurado de los daños nos quiere hacer creer que es un asunto fácil, que basta con reclamar a las aseguradoras y todo como nuevo..

La estructuración de las pólizas para un proyecto de esas características no es comprar una póliza como patente de corso para que cubra cualquier cosa que ocurra, de ser así tener una aseguradora no sería negocio, una póliza se estructura basada en el análisis de riesgos que se hacen cuando se estructura el proyecto, este estudio presume los riesgos y asigna la gestión a diferentes actores. Nadie pudo en el momento de estructurar el proyecto imaginar las consecuencias del desastre, en este sentido la póliza resulta insuficiente. Aspectos como el lucro cesante, los daños emergentes en las comunidades y la valoración de riesgo de la empresa, sumados al deducible que debe pagarse para que se pague son daños al patrimonio, no contemplados en las pólizas, por los que alguien debe responder.

Ahora, que todos cierren filas en que sean solo las aseguradoras las que respondan, no es otra cosa que instrumentalizar a la opinión pública para evitar responsabilidades, socializando las consecuencias de sus malas decisiones. Es mucha la tela que falta por cortar en Hidroituango, lo que no cubre la póliza es el debate y es lo que deben pagar los responsables ¿o a quien le conviene que el patrimonio público no se recuperen? Cui bono.

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Redacción Minuto30

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