Bajo la premisa no dicha pero notoria de que el fin justifica los medios, se han ido desnaturalizando algunas de las causas sociales más defendidas históricamente, veamos.

Me crucificarán cuando lean a un hombre opinar sobre feminismo, pero de hacerlo, justificarían precisamente el motivo por el que escribo esta columna y es que todas esas reivindicaciones de derechos de las mujeres que todo demócrata debe aplaudir, se han ido opacando cuando el movimiento, la causa y la demanda misma de protección de derechos, es usada como bandera para fines políticos, haciendo que ahora, abrir debates sea suficiente para ser tildado de machista, discrepar sea incorrecto porque entonces se es opresor, dar claridades pueda ser tomado como un acto de violencia y no usar lenguaje inclusivo pareciera ser el símbolo más autentico del trogoditismo, mientras tanto, las luchas sustanciales se van olvidando, al paso que cientos de autoproclamados mártires se apropian del discurso para ganar posiciones de poder.

Suerte similar sucede con el reclamo permanente de la paz, donde es evidente el arraigo que ha tenido el discurso sobre amigos y enemigos de ella y aunque sea claro que enemigo es aquel que hace la guerra, ese reduccionismo generalizado le ha hecho tanto daño a la causa que hasta aceptar que se apoyó el ultimo plebiscito, es motivo de riesgo y vergüenza, o lo peor, de rechazo para algunos mientras lo de fondo sigue intacto; los ricos a causa de la guerra crecen y los pobres por la misma causa nunca decrecen.

La causa proteccionista del medio ambiente por su parte, presenta dos puestas en escena al mejor estilo de Hollywood; una es protagonizada por los neo-defensores de los animales, que posan en fotos con mascotas prestadas, sin tener si quiera una en casa, mientras los otros, rechazan rotundamente la contaminación, apoyan e impulsan políticas ambientales, mientras twittean desde sus Toyota a Diesel o gasolina, esperando respaldo de los poderosos explotadores de los recursos naturales.

No podría dejar por fuera la causa anticorrupción que es por hoy la causa de todo político que mientras en público vocifera autoridad moral, en privado tranza, arma y desarma negocios aprovechando sus posiciones de poder, y es que no es que se pretenda sostener que no queda por hoy ninguna causa, sin embargo, es innegable que las causas sociales y sus lideres se han permitido desdibujarse de cara a la instrumentalización de la que son objeto por parte de la política, es como si toda causa justa fuese sacrificada por la búsqueda simple del voto, reprochable, porque resulta como desconocer que la mayoría de conquistas de derechos y libertades en las sociedades han resultado precisamente de la permanencia y resistencia de luchas y luchadores, vaya ironía, lo visto hoy da como a entender un giro en la ecuación; parece ser que la política ha hecho de la causa el principal efecto para el ejercicio de todos los populismos.

Y para concluir, hablemos de la causa del cambio a la que recientemente muchos se “vincularon”, y es que no hay como dudar de que sea así, pues es claro que vieron en esta como en ninguna otra, la posibilidad más cercana de cambiar pero de posición, de estrato, de mansión, de fuente de ingresos y hasta de imagen personal, como olvidando que la mascara ideológica es la más insostenible pudiendo concluir con ello, que no es suficiente con el que lidera la causa se la crea y la defienda, sino que es necesario que en ese ejercicio pueda acertar en su forma de rodearse.

Aquí más Columnas de Opinión

Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio