Muchos se preguntarán que tienen que ver los niños de la calle con nuestros hijos, y probablemente no encontraremos semejanza alguna, ya que creemos que los niños que terminan en la calle solamente provienen de familias muy pobres, que tienen que ir a la calle para tratar de sobrevivir.

Pero la realidad es muy diferente. Cada día hay más niños en la calle, procedentes de familias pudientes, supuestamente llenas de valores y amor.

Estos niños que viven en la calle tienen que soportar las inclemencias del tiempo. Para comer tienen que robar, y para robar se tienen que drogar, en un círculo vicioso que parece una pesadilla. Son noches enteras a la espera de un pedazo de pan, de una mano amiga.

Es un frío en el alma, un resentimiento total, una desesperación única. Para ellos nunca es de día, nunca amanece, las noches son inacabables, siempre a la espera de que vendrá, en un círculo infinitamente largo.

Es increíble la tortura a que están sometidas estas pequeñas almas, estos angelitos que lo único que han hecho es haber nacido sin un padre, sin una madre que los hayan querido.

Porque estos niños no fueron fruto del amor sino el resultado de la irresponsabilidad, el abuso y la violencia. Fueron niños que cuando se encontraban en el vientre de su madre lo único que soportaron fue frío, humedad, desesperación, falta de afecto… noches enteras de sufrimiento.

Desde entonces, ya estos niños traían el estigma del rechazo y el abandono.

Cuánto no darían estos niños por unas palabras dulces, por una mano amiga que se les acercara y les mostrara una luz al final del túnel. Lo triste es que muchos de ellos no conocen otra cosa que el rechazo.

Pasamos apurados a su lado y nuestra mirada, más que compasión, muchas veces refleja juicio y señalamiento, pues cuando juzgamos somos inclementes. Dios no juzga y nosotros sí.

A veces nosotros como padres observamos con cierta frialdad a todos esos niños y niñas que deambulan por las calles de nuestras ciudades, dando gracias a Dios porque nuestros propios hijos no están en esa situación, pero lo que nunca llegamos a imaginar, es que a cualquiera de nosotros, sin importar la posición social o cultural que tengamos, también nos podría pasar, y cualquiera de nuestros hijos podría llegar allí, porque la droga, que es silenciosa, traicionera y destructiva, no tiene límites.

A día de hoy, el 85% de los niños de 12 años en Colombia y en América Latina ya han probado el alcohol o la droga, Y MUCHOS DE ELLOS YA HAN HECHO DE ESTE CONSUMO UNA ADICCION, debido a múltiples causas, siendo la principal el tratar de llenar el vacío interior que tienen en su corazón, por la ausencia de un verdadero padre que los escuche amorosamente y los inspire, en lugar de maltratarlos, juzgarlos y reprocharlos.

Por eso, en este mes que nos celebran el día del padre, revisa que tipo de relación y de comunicación estás teniendo con tus hijos. Mira detenidamente si es una comunicación basada en el amor, el respeto y EN EL ESCUCHAR SIN JUZGAR lo que realmente siente ese hijo o esa hija, o si simplemente es una relación basada en el miedo, autoritaria, represiva e indolente.

Porque de ser así, debes autoevaluarte a consciencia y cambiar todas esas creencias obsoletas con las que estás educando a tus hijos, ya que fácilmente los podrás llevar por el camino de la drogadicción, la violencia o el suicidio.

Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio